Novena de María Auxiliadora 2011

Radio Salesiana Piura

Don Bosco en la TV

Don Bosco en la TV

domingo, 27 de marzo de 2011

CICLO A – TIEMPO DE CUARESMA - DOMINGO III

CICLO A – TIEMPO DE CUARESMA - DOMINGO III

Dios, con Amor personal, tiene pasión por la felicidad de cada persona y quiere apagar su ansia de Vida Plena con el don de su Espíritu

Ex. 17, 3-7: "Toda la Comunidad de los israelitas partió del desierto de Sin y siguió avanzando por etapas… el pueblo no tenía agua para beber… protestó contra Moisés: «¿Por qué nos hiciste salir de Egipto?, ¿solo para hacernos morir de sed...?» Moisés pidió auxilio al Señor… Éste le respondió: «Pasa delante del pueblo… en la mano lleva el bastón con el que golpeaste el Nilo. Yo estaré delante de ti en la roca, en Horeb. Tú golpearás la roca y de ella brotará agua para que beba el pueblo». Así lo hizo Moisés…".

Sal. 94: "¡Cuando escuchen la voz del Señor no endurezcan el corazón!"

Rm. 5, 1-2.5-8: "Justificados por la Fe, estamos en paz con Dios, por medio de nuestro Señor Jesucristo… por Él nos gloriamos en la Esperanza de la gloria de Dios… [que] no quedará defraudada, porque el Amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que se nos ha dado… La prueba de que Dios nos ama es que Cristo murió por nosotros cuando todavía éramos pecadores".

Jn. 4, 5-42: "Jesús, fatigado por el camino, se había sentado junto al pozo. Era medio día. Una mujer de Samaría fue a sacar agua y Jesús le dijo: «Dame de beber». …le respondió: «Tú, que eres judío, ¿me pides de beber a mí, que son samaritana?»… Jesús le respondió: «Si conocieras el don de Dios y quién es el que te pide de beber… tú misma se lo hubieras pedido y Él te habría dado Agua Viva»… «el que beba del Agua que yo le daré nunca más tendrá sed… [y ésta] se convertirá en él en manantial que brotará hasta la Vida eterna»… «la hora se acerca… en la que los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad… Dios es espíritu, y los que lo adoran deben hacerlo en espíritu y en verdad» La mujer dijo: «Yo sé que el Mesías… debe venir…». Jesús le respondió: «Yo soy, el que habla contigo»… los samaritanos… le rogaban que se quedara con ellos, y Él permaneció allí dos días… Y le decían a la mujer: «…lo hemos oído y sabemos que Él es verdaderamente el Salvador del mundo»".

El agua es vital para la subsistencia de la vida. Cualquier tipo de sed [física, psicológica, espiritual], si es intensa, tortura y desequilibra. Dios lo sabe y acude en nuestro apoyo.

El pecado y lejanía de Dios generan una sed de vida profunda, serenidad y paz que agobia.

Es la sed de nuestro mundo, sed que crece y desespera, porque, por mucho que se inventen fórmulas de felicidad y plenitud, libertad y paz, nada puede sustituir lo que el corazón humano necesita. Lo acepte o lo niegue, fue creado para Dios y solo en Él tiene descanso.

Jesús nos da el Agua Viva del Espíritu. Él nos guía a vivir en su paz y perdón, fruto del eterno Amor de Dios, Padre que nos perdona y salva en su Hijo, por obra y gracia del Espíritu.

Jesús pide le confiemos nuestra vida para transformarla, enriquécela y llenarla de su Vida

A más exigencias y protestas, más cerrazón al Amor de Dios y menos posibilidad de Vida.

Las necesidades pueden aturdir hasta impedir ver lo que se nos conviene y se nos ofrece

Todo desierto prueba nuestra fortaleza y nuestra Fe. Israel sucumbe y se desespera. Exige a Dios que muestre su presencia favorable y su Amor. Moisés, aturdido, ora pidiendo piedad.

Dios se muestra fuente de Vida y Salvación; le tocará al pueblo aceptarle y ser honesto.

El Agua de Jesús nos da serenidad y paz para abrirnos a Dios, y a todos, sin traumas.

Dios nos perdonó dándonos su Espíritu para que gozáramos su Amor y lo compartiéramos

Como Moisés, dio al pueblo sediento del ‘agua de Dios’, así Jesús nos da el Agua del Espíritu Santo que afianza nuestra Fe y robustece nuestra Esperanza liberándonos en el expansivo Amor de Dios, que, como Padre nuestro que es, nunca se rinde y jamás nos abandona.

Pablo nos hace ver que, en Cristo, siendo nosotros todavía pecadores, Dios nos perdonó porque su Amor es concreto y eterno. Esto es signo de su fidelidad, aunque lo valoremos poco.

Estamos llamados a ser verdaderos adoradores de Dios, sin pretensiones manipuladoras

El Jesús tiene sed de nuestra feliz apertura al don de Dios, que es salvación liberadora en su Amor. Él nos da su Agua, el Espíritu de Vida, que nos renueva y nos llena de paz para todos.

El Don del Espíritu nos lleva a la Vida Nueva para que adoremos a Dios sin la pretensión de tener una verdad a imponer. Las expresiones de la Fe que adora son necesarias, pero variadas y variables; en cambio adorar a Dios en el Espíritu, eso es vital y, por esto, indispensable.

Pidamos a María abrir nuestra vida al don del Espíritu, que Jesús nos da como Agua viva.

Tercer domingo de Cuaresma.

El tiempo se nos 'escurre' como el agua.

Deberíamos preguntarnos cómo lo estamos aprovechando para abrirnos a los dones de Dios que podremos celebrar gozosamente en la Pascua y todo el tiempo pascual.

Este tiempo lo sabremos aprovechar en la medida que aprovechemos esta Cuaresma.

La vida humana no es un jueguito con tiempos y oportunidades desmembrados unas de otras.

No.

Así como nosotros somos una unidad indivisible, aunque seamos la confluencia orgánica de muchos elementos diversos, como nuestro cuerpo tiene muchos miembros, y sin embargo todos ellos constituyen un solo cuerpo, así es nuestra vida: todos sus elementos nos construyen, ya sea en positivo o en negativo. Unos elementos están unidos a otros incidiendo en todos, de un modo u otro, según la importancia que les demos.

No perdamos los dones de Dios. Este tiempo de Cuaresma es uno de ellos, junto con los físicos, los personales, los sociales, con la oportunidad de fortalecer la vida que el Señor nos ofrece, directa o indirectamente, un instante tras otro.

No nos lamentemos de lo que no hayamos hecho: eso ya pasó. Pensemos en lo que ahora el Señor nos ofrece y aprovechémoslo, tal vez corrigiendo actitudes desfavorables para nuestro desarrollo personal-social; tal vez rectificando errores que nos han perjudicado hasta ahora; tal vez abriéndonos a oportunidades a las que hemos tenido cierto temor por falta de confianza en nosotros mismos y, por supuesto, en Dios, pues no siempre creemos que Dios no permite nada que no nos favorezca directa o indirectamente.

El desierto para Israel fue una gran palestra de formación a la Fe, a la Esperanza y a la Caridad, pero debían abrirse... Les costó mucho aprenderlo, pero algunos lo hicieron y llegaron a la Tierra prometida. Otros se resistieron y eso los dejó tendidos por el camino. Fracasados.

Las dificultades no son desgracias, sino retos que nos ponen a prueba: ¿hasta dónde nos fiamos del Dios que sí confía en nosotros? ¿Hasta dónde nos atrevemos a vivir como personas y Comunidad de creyentes en la bondadosa Misericordia y Amor de Dios que nos perdona y nos salva más allá de lo que le pedimos? ¿Hasta dónde estamos dispuestos a escucharle como la samaritana, y los samaritanos, bebiendo sus palabras de Salvación?

El salmo nos invita a no endurecer nuestro corazón, que Jeremías, desde su dura experiencia, como la de san Pablo, acaba diciendo que es lo más torcido y enfermo de la persona, al punto de que hacemos hasta lo que sabemos y juzgamos que está mal y nos perjudica y, a fuerza de hacerlo, acabamos, locamente, creyendo y defendiendo que es bueno y propio de la dignidad humana y, por tanto, es un derecho universal... Así, desgraciadamente, está sucediendo ahora en la ONU con la homosexualidad y el aborto y después vendrán otras aberraciones que se nos querrán imponer desde asambleas parlamentarias, algunos búnqueres de la Comunicación social y leyes destructivas del Bien Común; eso sí, manipulando, grosera y vergonzosamente, conceptos valiosos como "Verdad", "Naturaleza", "Tolerancia", "Libertad", "Dignidad humana", "Integración"...

Dios tiene sed de nuestra grandeza y felicidad, pues para ello nos creó: para que seamos como Él y, con Él, llenemos nuestra vida de toda la Paz, Amor y Dignidad que deseamos para todos.

Dios nos bendiga para que llenemos nuestra sed de Vida y lleguemos a su Grandeza escuchando a su Hijo y Salvador, que nos libera de todo pecado y nos permite superar toda tentación.

Unidos en oración con María, nuestra Madre Auxiliadora:

P. José Mª Doménech SDB

domingo, 20 de marzo de 2011

CICLO A – TIEMPO DE CUARESMA - DOMINGO II

CICLO A – TIEMPO DE CUARESMA - DOMINGO II

Llamados a ser como Dios, se nos ofrece el camino y la condición: escuchar atentamente a Jesús y seguirle con fortaleza y perseverancia

Gn. 12, 1-4a: "El Señor dijo a Abram: «Deja tu tierra natal y la casa de tu padre y ve al país que Yo te mostraré. Yo haré de ti una gran nación y te bendeciré… y por ti se bendecirán todos los pueblos de la tierra» Abram partió como el Señor le había ordenado".

Sal. 32: "Señor, que descienda tu Amor sobre nosotros".

2Tm. 1, 8b-10: "Comparte conmigo los sufrimientos que es necesario padecer por el Evangelio… con la fortaleza de Dios. Él nos salvó y nos eligió con su santo llamado… por su propia iniciativa y por la gracia: esa gracia que nos concedió en Cristo Jesús, desde toda la eternidad… Porque Él destruyó la muerte e hizo brillar la vida incorruptible…"

Mt. 17, 1-9: "Jesús… los llevó aparte, a un lugar elevado. Allí se transfiguró en presencia de ellos… se aparecieron Moisés y Elías, hablando con Jesús… una nube luminosa los cubrió con su sombra y se oyó una voz desde la nube que decía: «Éste es mi Hijo muy querido… escúchelo»… Jesús se acercó… y les dijo: «Levántense, no tengan miedo»… no vieron a nadie más que a Jesús solo… «No hablen a nadie de esta visión, hasta que el Hijo del hombre resucite de entre los muertos»".

¿Es posible ser felices? ¡Para eso hemos sido creados! Si es así, tiene que ser posible, de lo contrario, sería una crueldad de Dios habernos creado con una dinámica interior -deseo y búsqueda de felicidad- sin una meta objetiva, concreta y transcendente, que nos supere y eleve.

Yo no creo en un Dios cruel, es decir, en un no-dios. La historia nos dice que no somos locos: todas las personas sanas han creído y creen que las ansias humanas tienen una meta real y concreta, aunque muchas veces no la constatemos como desearíamos, pero tenemos atisbos.

Abram se atreve a secundar la desestabilizante indicación de Dios. ¡Y la historia muestra que no era un loco! Pablo igual, y eso le pide a Timoteo, a quien ama y valora profundamente.

Jesús nos da la clave para vivir en esta dinámica de responsable y sensato abandono: escucharle y obedecerle. Vale la pena hacerlo ya que en Él tenemos el éxito seguro. Además, está en medio de nosotros como Maestro y Alimento de Vida Nueva. ¿Qué más queremos?

Pero, inevitablemente, necesitamos fiarnos y abandonarnos como Pedro, pero superando toda ilusión centrada en nosotros mismos y obedeciendo sus indicaciones, muchas veces no bien comprendidas por nuestra muy limitada capacidad.

Es indispensable una responsable y humilde confianza, para seguir de verdad a Jesús y llegar a gozar su éxito, al que estamos llamados por nuestra vocación universal a la santidad.

Lo primero que Dios nos pide es que salgamos de nuestras seguridades y nos confiemos a Él

Abram será después Abraham, pero al inicio se le pide obediencia en la Fe y Esperanza.

La obediencia de Abram se apoya en un Dios de Palabra fiel y segura. Le conocerá en la medida que se abra y camine bajo sus indicaciones. Eso es creer: Abram cree a Dios.

El primer paso será asumir la propia responsabilidad de fiarse y abandonar seguridades en vistas a un bien prometido por el creador del universo y, por tanto, previsiblemente mayor.

Lo segundo necesario es que aceptemos el costo de nuestra confianza en quien nos ama

La pasión, el sufrimiento, no es una desgracia, sino la condición de la maduración humana y del desarrollo de la Fe en el Dios que se nos entrega sin condiciones.

Cristo lo tuvo que pagar y vivir esta condición. Lo mismo deberá hacer su discípulo.

Pablo, desde su ejemplo, nos pide que nos atrevamos a dar el paso. ¡Vale la pena!

Por fin, llegar al éxito de Cristo nos pide que le escuchemos, le aceptemos y le obedezcamos

El Padre, una vez más, presenta, y muestra en su gloria, a Jesús, como el Hijo Amado, fuente de sus complacencias. Ratifica su vocación [santidad] y misión [redención], preanunciadas en la Ley [Moisés] y en los profetas [Elías].

El Padre nos pide lo único lógico: que le escuchemos, pues es su Palabra y su Voz, y que le sigamos hasta pasar la Pascua, pues sólo después gozaremos la gloria de Dios en nuestra vida.

Pidamos a María escuchar atentamente a Jesús y seguirle con fortaleza y perseverancia.

¿Hacia dónde camina la persona humana, y con ella la humanidad?

¡Hacia la gloria, nos dice la Palabra este domingo! Sí, la Gloria de Dios, la eterna e infalible.

Creámoslo o no, es la verdad... ¡Ésta es la vocación de todo ser humano y Dios no fracasará! Que alguno de nosotros no queramos participar, es nuestra prerrogativa. Depende de cada uno. También esto es parte de la Gloria de Dios: somos libres y Él respeta escrupulosamente nuestras decisiones, aunque nos perjudiquen: Él puede recomponer todo lo que nos atrevamos a reponer en sus maravillosas y renovadoras manos... ¡¡¡¡¡No por nada es Dios soberano!!!!!

La vocación es diálogo de toda la vida.

En el diálogo hay alguien que transmite algo y alguien que recepciona el mensaje y responde a él.

De la respuesta que se dé surge el futuro del diálogo.

Entre nosotros éste puede cortarse, pero eso nunca con Dios, pues Dios es fiel y no se cansa jamás de proponer y de esperar una respuesta positiva, por muchas negativas que pueda recibir, una y otra vez, por parte nuestra.

Abraham, recibió la propuesta y aceptó el reto: ¡¡¡Se fió de Dios, que le pedía dejar atrás una gran civilización, con todas sus seguridades!!!

Timoteo recibe la propuesta, nada halagüeña, de afrontar los sufrimientos que trae consigo el atreverse a entregar la vida a la presentación del Evangelio y a la animación de la Comunidad de los creyentes. ¡Y Timoteo acepta la propuesta teniendo delante el ejemplo del real, concreto y duro sufrimiento de su maestro: Pablo!

Nosotros, en los apóstoles, recibimos la invitación de asumir nuestra Fe en la oscuridad del presente, en medio de las dificultades e incomprensión personal y ambiental. Se nos dan atisbos de la maravilla que es Dios para nosotros y del futuro de nuestra vocación, pero son solo atisbos

Nunca ser cristiano fue cómodo y, si ahora lo es en algo, es porque no somos suficientemente fieles a la propuesta del Señor o no asumimos los riesgos en serio como la Sa y la Luz que se nos dice que debemos ser.

Lo que sucede en otros países no es, ni fue, extraño a la Fe cristiana; siempre sucedió a los creyentes que se atrevieron a ser fieles a profundidad. A veces las persecuciones vienen de la propia Comunidad, pues la fidelidad, por fuerza, trae confrontaciones con nosotros mismos y con los que nos rodean, si no desea ser incomodados o no están de acuerdo con nuestra forma de responder al reto de Dios; y las trae más todavía con los que no comparten nuestra Fe ni están dispuestos a ser "fastidiados" por ella.

Nos toca decidir.

Por eso en el salmo 32 pedimos al Señor que descienda su Amor sobre nosotros para que, animados por Él, tengamos la fortaleza de afrontar lo que sea necesario para mantenernos fieles a la fidelidad eterna de Dios, superando todas las tentaciones que se presentan y se presentarán sin fin ni cansancio, incesantemente.

Dios nos ayude a ser lo que espera que seamos cada día.

Unidos en oración con María, nuestra Madre Auxiliadora:

P. José Mª Doménech SDB

domingo, 13 de marzo de 2011

CICLO A – TIEMPO DE CUARESMA - DOMINGO I

CICLO A – TIEMPO DE CUARESMA - DOMINGO I

La tentación es una realidad que debemos saber afrontar con seriedad para no degradarnos con el pecado, perjudicando, así, a los demás

Gn. 2, 7-9. 3, 1-7a: "Dios modeló al hombre de barro y sopló en su rostro su aliento de vida y éste se convirtió en un ser vivo… El Señor plantó un jardín… y puso en él al hombre… En medio del jardín estaba el árbol de la vida y el árbol de la ciencia del bien y del mal. La serpiente… dijo…: «¿Así que Dios no les permite comer de ningún árbol del jardín?» La mujer respondió: «Podemos comer de todos… menos del árbol que está en medio del jardín…, pues nos llevaría a la muerte» Dijo la serpiente: «No morirían… se les abrirían los ojos y serían como Dios…» La mujer… tomó… y comió y le dio también a su esposo, que también comió…".

Sal. 50: "Misericordia, Señor, porque he pecado; misericordia, Señor".

Rm. 2, 12-19: "…con el pecado entró la muerte… la muerte imperó por culpa de él… quienes recibimos la sobreabundancia de la Gracia y el don generoso que nos hace justos viviremos y reinaremos gracias… a Jesucristo. …así como por haber desobedecido un hombre, los otros llegaron a ser pecadores, también por haber obedecido uno solo llegarán los demás a ser justos".

Mt. 4, 1-11: "El Espíritu condujo a Jesús al desierto… Llevaba cuarenta días, con sus noches, de ayuno y estaba extenuado de hambre. El tentador… le dijo: «Si eres el Hijo de Dios, di que estas piedras se conviertan en pan». Jesús respondió: «Dice la Escritura: ‘No solo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios’»…lo llevó… a la cornisa del templo… y le dijo: «Si eres el Hijo de Dios, tírate desde ahí, pues la Escritura dice…» Jesús contestó: «También dice la Escritura: ‘No tientes al Señor, tu Dios’»… le llevó a una montaña altísima…: «Todo te lo daré si te postras y me adoras» Jesús le dijo: «¡Vete de aquí, Satanás! La Escritura dice: ‘Adora al Señor, tu Dios y dale culto sólo a Él’»…"

Dios siempre indica caminos de Salvación al hombre; éste deberá tomar sus decisiones.

En realidad nunca dejará de haber distintos modos de escuchar lo que Dios nos dice: unos nos llevarán por la vía de la autonomía obediente, que es la que vivió Jesús; otros nos inclinarán por los senderos de la falsa autonomía, que nos encierra en nosotros mismos y, pretendiendo llevarnos a la grandeza que deseamos -puesto que hemos sido creados para ella-, en realidad nos conducen a desconfiar de Dios, como si Él tuviera intenciones escondidas, nos estuviera mintiendo y no fuera de fiar: es la ruta del pecado, con la consecuente degradación personal y social.

Pecado y muerte, confiesa Pablo, son correlativos, van de la mano y degradan la obra de Dios. Sólo Dios es vida y paz. Aunque no nos evite las pruebas, nunca nos abandona en ellas.

La condición del hombre en la tierra es de batalla: luchar sin fin para ser libre y elegir el bien y la vida o dejarse esclavizar por las visiones e intereses individuales, personales o grupales, perdiendo capacidad de ser para los demás, degradando, así, la imagen que Dios nos dio.

Debemos prepararnos para vencer a los que desean engañarnos. Ellos usarán todos los argumentos y presiones que crean válidos para someternos. Sólo la Palabra nos dará la Luz.

Aunque no debemos ver al demonio en todas partes, tampoco pensemos que no está detrás de toda injusticia, degradación y muerte inicua de quien la vive, la facilita o la provoca.

Dios nos crea para que vivamos en un ‘jardín’, pero debemos dejarnos guiar por quien conoce

Sólo Dios nos conoce perfectamente y todo lo hizo para nuestro bien y desarrollo.

Obedecer las indicaciones de Dios para la vida y alegría es el camino de la paz integral.

Que la tierra sea ‘jardín’ de paz depende de nosotros, pues la paz interior se plasma fuera.

La actitud de obediencia, o no, trae bien o desgracia a nosotros y a los que nos rodean.

El bien, como el pecado, siempre tiene consecuencias globales, más o menos visibles.

Cristo es el gran benefactor de la humanidad porque nos lleva a la Comunión y a la Vida.

Aceptarlo es nuestra responsabilidad personal y comunitaria. Nadie puede suplirnos.

Siempre deberemos decidir; necesitamos tener una orientación clara: la Palabra es fiel y firme

La experiencia de Jesús nos indica que fieles a la Palabra podremos superarlo todo.

La victoria de Cristo nos abre a la esperanza y nos guía a la grandeza de la fidelidad.

Pidamos a María vivir la Cuaresma en el esfuerzo por aprender a escuchar la Palabra y ser cada día más fieles a la Voluntad de Vida y Amor del Padre a favor de cada persona.

¡Llegó la Cuaresma!

Es el tiempo, particularmente rico de Gracia, que nos lleva a preparar la Pascua para abrirnos a la Vida Nueva y a la Alegría profunda, que viene del Amor de Dios, que nos salva!

Es el tiempo en el que el Padre, por el Hijo, con el Espíritu, como que nos GRITAN, en las palabras del Apóstol, diciéndonos: ¡¡¡Déjense reconciliar por Mí!!!

No temamos al Señor que llega a salvarnos.

Abramos las puertas de la intimidad personal, familiar, social, económica, política...

Nuestra realidad parece que está hecha un desastre y no creo que sea totalmente así (aunque así aparece), pero fijémonos que, en realidad, cuando salen los dientes, también se rompen las encías y duele, pero es para bien. ¿Nuestro mundo está hecho un desastre o estamos viviendo un cambio profundo que todo lo está sacudiendo, exigiéndonos que construyamos, desde la Fe y la conciencia personal-social, una nueva síntesis que sin romper con el pasado, lo integre en una nueva realidad que nos permita anunciar el evangelio, que siempre es el mismo, pues es el mismo Jesucristo, a las nuevas generaciones, con otras exigencias, perspectivas y sensibilidades.

El mundo desea renovación: las personas y las Comunidades humanas están hartas de todo lo que aparece podrido y rechazan tantas cosas que creen responsables de lo que ellos sienten que les lleva a la degradación y que consideran real injusticia. Es verdad que a veces confundimos las cosas y en otras ocasiones hay agentes pervertidos y de perversión que desde el poder y con el engaño que llevan a confundir la causa de la degradación (que duele y ha que superar) con el medio del que se ha servido, sin adecuada conciencia de lo que le estaban llegando a provocar.

¿Cómo lograr no ser engañados ni por los degradados, que manipulan todo lo que les interesa, ni por las ideologías que hacen una lectura parcial -cuando no falsa y maliciosa de la realidad y su proyección-?

El Señor Jesús, este domingo, nos responde con su experiencia: ¡Apóyate en la Palabra de Vida y de Verdad! ¡Que ella sea tu lámpara! ¡Déjense guiar por ella y no se resistan a su orientación!

No es fácil saberse situar y discernir en los momentos de crisis, por eso lo mejor es no precipitarse y aprender a escuchar al Maestro y tener como criterio el de Dios-Amor: solo la Vida merece que le demos la vida; solo el bien de la persona vale que le regalemos nuestro esfuerzo y sacrificio personal.

Cuando Dios pensó en la persona humana, pensó en alguien que pudiera vivir como Él y con Él, es decir, pensó en una Comunión de personas que se dan la vida unas a otras para el desarrollo mutuo, a fin de que, llegado el momento adecuado, pasaran a vivir y gozar de la Comunión del mismo Dios: Comunión Trinitaria.

¡Lástima que el egoísmo marcó el camino de la persona y la inclinó a la degradación! Así es que fue necesario que el Dios de la Vida se entregara al máximo, asumiendo la misma naturaleza humana, para recuperar, para toda persona, la opción de eternidad que había quedado encerrada, y por eso profundamente deseada, en el interior de la conciencia y de la sociedad humana.

No nos dejemos engañar: escuchemos al Maestro; veamos cómo afrontó Él la dura tentación de egóísmo, de manipulación de la Providencia del Amor paterno Dios y de idolatría, y aprendamos a superar toda tentación que nos toca afrontar en el momento debido.

Indispensable es la Oración humilde y responsable; la escucha obediente de la Palabra de Dios y la coherencia en el pensar, vivir y decidir, más allá de las apariencias de conveniencia, que tantas veces nos engañan y nos llevan a lamentar tantas desafortunadas decisiones que después duelen...

María está con nosotros; no temamos saber mirarla y ponernos bajo el amparo de la Santa Madre de Dios y Madre nuestra, Auxilio de toda la humanidad, por ser la madre de todos los que son imagen del Padre, en el Hijo, siempre guiados por el Espíritu.

Dios nos bendice: escuchemos la voz de su Amor, que siempre nos habla y anima.

Unidos en oración con María, nuestra Madre Auxiliadora:

P. José Mª Doménech SDB

domingo, 6 de marzo de 2011

CICLO A – TIEMPO ORDINARIO - DOMINGO IX

CICLO A – TIEMPO ORDINARIO - DOMINGO IX

El ser humano se define no por portarse bien o no, sino por su dócil apertura a las invitaciones de Dios, nuestro Padre, que nos habla hoy

Dt. 11, 18.26-28.32: "Graben estas palabras en lo más profundo de su corazón… Yo pongo ante ti una bendición y una maldición… Cumplan fielmente todos los preceptos y leyes que hoy les impongo".

Sal. 30: "Señor, sé mi roca protectora".

Rm. 3, 20-25a.28: "A los ojos de Dios nadie será justificado por las obras de la Ley, ya que ésta se limita a hacernos conocer el pecado… Pero ahora… se ha manifestado… la justicia de Dios por la Fe en Jesucristo… son justificados gratuitamente por su gracia, en virtud de la redención cumplida en Cristo Jesús… por su propia sangre, gracias a la Fe…".

Mt. 7, 21-27: "No son los que dicen ‘Señor, Señor’, los que entran en el Reino de los Cielos, sino los que cumplen la Voluntad de mi Padre, que está en el cielo… Yo les diré: ‘Jamás les conocí; apártense de Mí, Uds., los que hacen el mal’…"

¡Cuántas veces nos interesamos más en ‘portarnos bien que en ser honestos en nuestro interior y vivir bien! Si se da lo segundo, de ordinario, aparecerá también lo primero, pero no es cierto lo contrario: no siempre quien se porta bien es honesto y vive bien en su interior.

Jesús nos pide la decisión interior de docilidad ante lo que Él mismo nos propone cada día. No se trata de cumplir, sino de vivir, de ser, de afianzar en el Señor la propia interioridad y poner en Él las bases de nuestra persona y la razón de nuestras cotidianas decisiones concretas.

En ello nos va la paz de nuestra vida y el futuro de nuestras personas y sociedad.

La obra de Dios respecto a nosotros es, toda ella, llevarnos a la grandeza de su Amor con el don oblativo de su propia vida en Cristo Jesús. Pero esto no basta, aunque es base indispensable, es absolutamente necesario que, personalmente y cada día, decidamos ser dóciles a lo que el Señor Dios nos propone. No basta escucharlo, y aprobarlo; hay que vivirlo desde el fondo de la propia vida, tal vez con muchos límites y defectos, pero con sincera seriedad.

La salvación de Dios es segura, pero exige, pues somos libres, ser vivida personalmente.

La vida y sus decisiones deciden el futuro; las palabras, sentimientos y deseos son solo eso.

Israel encontró la ley en las ruinas del templo, al ir a reconstruirlo, y se dio cuenta cabal de sus duros y humillantes errores. Muchos ritos y expresiones de alabanza, pero las decisiones de sus reyes y gobernantes, de sus jefes y cabezas de familia no seguían la ley: ¡y vino la derrota!

Si no se conoce ni se obedece al Señor, que se manifiesta en su ley, viene la destrucción.

El pueblo elegido debe recordarlo constantemente, por eso se leía la ley en cada liturgia.

Sin duda Cristo nos redimió con su vida; pero las obras muestran nuestra Fe en Él y su Vida

Es verdad que ni la ley ni sus obras pueden merecernos la salvación. Sólo Jesucristo, con el don de su vida, nos la regala de parte de Dios, porque Dios es Padre y nos perdona porque nos ama. La ley sólo nos señala cuál es nuestro pecado, nada más, no tiene otro poder.

Cristo, para redimirnos, quiso un cuerpo y se entregó en oblación; así el creyente en Cristo expresará, en las decisiones de su vida, que acepta vivir en Cristo y según sus actitudes. De esa Fe nacen sus obras, y son las obras de la Fe y, por eso, le llevan a la Salvación de Cristo.

No debemos dejarnos engañar por ninguna estructura religiosa aparentemente cristiana: ser cristiano no se define por portarse bien, sino por centrarse en Cristo y vivir, según sus criterios, la Voluntad del Padre, que nos exalta y nos redime de toda esclavitud, interior o exterior.

El Señor Jesús nos pide honestidad: es necesario poner por obra lo que decimos creer

Jesús nos exhorta a poner en práctica nuestra Fe. Si decimos creer en Él, es decir, ser cristianos, debemos escuchar con constancia su Palabra, en la Comunidad a la que ha sido confiada [para que la transmita con la vida, la celebración de sus signos de Amor y de viva voz en todos los escenarios posibles], y la transforme en obras concretas, fruto y signo de su Fe.

Escuchar a Jesús es escuchar a Dios; y escuchar a los pastores que Él ha puesto como animadores de su Comunidad es escuchar al mismo Cristo. Así lo dijo Él mismo. Negarse a poner en práctica su Palabra es, según Jesús, ser obradores de iniquidad y quedar condenados.

Pidamos a María vivir como ella: en total docilidad, concreta e histórica, a la Palabra.

La Palabra es muy clara: la ley solo señala dónde estaría la presencia del pecado, nos dice Pablo.

La Salvación nos viene por la Fe en Cristo, que nos redimió por el don de su vida en la muy concreta oblación cruenta y dolorosa de la cruz. Es de lo que Pablo se gloría.

El Amor de Dios se hizo historia concreta, presencia visible, Palabra que resuena sin cesar a lo largo del tiempo y Alimento que siempre acompaña a su Pueblo Universal.

Cristo nos salvo, por Voluntad del Padre, con la obra de la Redención que no fue "Fe, sin obras" sino la obra máxima de su radical Confianza en el Padre (Fe hecha historia cotidiana y clara obediencia sincera, expresada en obras muy concretas y, para Él, extremadamente dolorosas hasta el punto de aterrarlo en el huerto de los olivos). La Fe de Jesús fue 'vista' y objeto de burla.

Sin humildad -que no se ve si no es en las actitudes, que cuajan en obras y relaciones- no es posible la vida de Fe, que acepta y pone por obra la Palabra de Dios.

La soberbia siempre ha sido la gran enemiga de la Fe cristiana, que pide escucha atenta, docilidad concreta e integración sincera en la concreta e histórica Voluntad de Dios, que se expresa, de ordinario, a través de mediaciones muy humanas y, por tanto, limitadas y hasta con actitudes y decisiones criticables...

Creer en Cristo nunca ha sido -y nunca lo será- fácil, como para Él no fue fácil "alimentarse de la Voluntad de su Padre y llevar a cabo su obra".

La dignidad humana no está en las obras, sino en su interior, pero éstas la expresan y concretan.

La Fe no está en las obras, sino en la sincera apertura del corazón a la Voluntad de Dios, y esto sólo lo podemos expresar históricamente a través de obras, como lo hizo Jesús.

La parábola de Jesús nos invita a no ser superficiales y a no hacer la tontería de fiarnos de puras palabras: "Señor, Señor, yo creo en ti"

Si creemos, vivamos en la Voluntad del Padre como Cristo, con obras de todo tipo que ayuden a los que nos rodean a percibir la grandeza de su dignidad y a vivir según la misma desde lo más profundo de su vida y en actitudes y situaciones que manifiesten su ser realmente hijos de Dios.

El Señor nos ayude a vivir despiertos y concretos cada día para no engañarnos en una fe que no sirve de nada y ni siquiera nos lleva a ser mejores personas.

María nos acompaña en esta última semana de la primera parte del tiempo ordinario, pues el próximo comentario ya será referente al primer domingo de Cuaresma.

Vivamos con toda profundidad, el miércoles de ceniza, nuestro inicio de la cuaresma.

Dios les bendiga.

Unidos en oración con María, nuestra Madre Auxiliadora:

P. José Mª Doménech SDB