domingo, 29 de enero de 2012


CICLO B – TIEMPO ORDINARIO – DOMINGO IV
En el Bautismo Dios nos hace sus profetas. Siempre atentos a su don, lo podremos compartir. Para ser creíbles, vivámoslo con sinceridad
Dt. 18, 15-20:   "El Señor, tu Dios, te suscitará un profeta como yo; lo hará surgir de entre Uds.... y es él a quien escucharán... pondré mis palabras en su boca, y él dirá todo lo yo que le ordene. Al que no escuche mis palabras… yo mismo le pedirá cuentas. Y, si un profeta se atreve a pronunciar en mi nombre una palabra que yo no le he ordenado decir, o si habla en nombre de otros dioses, ese profeta morirá".
Salmo: 94:        "¡Ojalá hoy escuchen la voz del Señor!"
1Cor. 7, 32-35: "Yo quiero que Uds. vivan sin inquietudes. El que no tiene mujer se preocupa de las cosas del Señor, buscando cómo agradar al Señor. En cambio, el que tiene mujer se preocupa de las cosas de este mundo, buscando cómo agradar a su mujer, y así su corazón está dividido... Les he dicho estas cosas..., no para ponerles un obstáculo, sino para que Uds. hagan lo que es más conveniente y se entreguen totalmente al Señor".
Mc. 1, 21-28:    "Jesús entró en Cafarnaúm y, cuando llegó el sábado, fue a la sinagoga y comenzó a enseñar. Todos estaban asombrados... y se preguntaban unos a otros: ¿Qué es esto? ¡Enseña de una manera nueva, llena de autoridad; da órdenes a los espíritus impuros, y éstos le obedecen! Y su fama se extendió rápidamente por todas partes, en toda la región de Galilea".
¿De dónde le viene la autoridad a Jesús? No era maestro oficial, ni sacerdote, ni profeta formal; su enseñar con autoridad viene de una vida coherente, privada y pública: sabía, por experiencia viva, de qué estaba hablando, pues a Dios lo conocía directamente; vivía como pensaba Dios. Hablaba de acuerdo a la vida intima que vivía, no por estudio o reflexión erudita.
La autoridad de Jesús sobre el mal, no dependía de fórmulas, sino de su identidad personal: Dios actuaba en Él y, a través de Él, su Amor liberaba al hombre que se le acercaba.
Jesús es el prototipo del profeta de Dios viviente, lleno de ternura materna, del que habla en su nombre, del que hace presente su Amor través de cada una de sus obras y palabras.
Ésta es la vocación de todo cristiano. No se trata de ‘portarse’ como cristiano, sino de ser del Señor, que nos rescató de la perdición con el don de su Vida: debemos entregarnos totalmente a Él, vivamos en el estado en el que vivamos. El cristiano, por el Bautismo, es un consagrado a la Gloria de Dios y al bien de los que le rodean y de aquellos a los que el Padre Dios le envía.
Dios se acerca a toda persona de tal modo que ella pueda, si quiere, escuchar sin miedos
Los profetas de Dios son llamados por Dios del corazón de cada pueblo, ciudad y familia. Lo que necesario para ser fieles es aprender a escuchar: el profeta a Dios y nosotros al profeta.
Actitudes indispensables en el profeta son la atención constante y la obediencia sincera.
Si se preocupa de no perder prestigio o de llegar al poder, traiciona su vocación; y el profeta traidor es el peor de los pecadores, pues desacredita a Dios y engaña a los hermanos.
Todos somos profetas y estamos consagrados a servir al Señor para el bien de los hermanos
Pablo, después animar a valorar la posibilidad de dar a Dios toda nuestra vida, anima a que algunos la consagren al Señor para servicio exclusivo de la Comunidad de los hermanos.
El matrimonio es bueno, pero que sea en el Señor y para su gloria, pues eso beneficia a todos: esposos e hijos; otros intereses desfiguran el don de la vida y la esclavizan a otras fuerzas.
Jesús es el Maestro que anuncia lo que vive en su intimidad con el Padre, que salva y libera
Jesús tiene una autoridad nueva, personal, propia: vive lo que enseña. Contrasta con los otros maestros: ellos repetían las doctrinas recibidas y no siempre respetaban la Palabra de Dios.
Jesús es acogido por la gente sencilla y se impone a los ‘espíritus impuros’, que se rebelan.
Hace callar, con energía llena de autoridad y fuerza interior, al poder del mal y de la mentira, que lo reconocen el Hijo Salvador, pues el pueblo no estaba listo para verlo como el Mesías.
Pidamos a María saber escuchar al Salvador y convertirnos para centrarlo todo sólo en Él.