viernes, 23 de julio de 2010

CICLO C - TIEMPO ORDINARIO - DOMINGO XVII

CICLO C - TIEMPO ORDINARIO - DOMINGO XVII

Por Cristo recibimos la Vida de Dios, esto nos abre a la oración cristiana, que debe ser la propia de los hijos: confiada e insistente

Gn. 18, 20-32: "El Señor dijo: «¡Grande es el horror de Sodoma y Gomorra! ¡Terrible es su pecado! Bajaré a ver si toda la ciudad vive según este horror; quiero saberlo» Dos de ellos avanzaron hacia Sodoma y Abraham se quedó en presencia del Señor. Abraham se acercó y dijo: «¿Es verdad que harás desaparecer justos con culpables? Supongamos que en la ciudad solo hubiera cincuenta justos. ¿Los harías desaparecer?... Supongamos que solo hubiere diez». El [Señor] respondió: «No la destruiría en consideración a estos diez»."

Salmo 137: "Me escuchaste, Señor, cuando te invoqué".

Col. 2, 12-14: "Por el bautismo fueron sepultados con Cristo y con Él también resucitaron porque creyeron en el poder de Dios… Dios les da la vida con Cristo, después de perdonarles generosamente todas las culpas…"

Lc. 11, 1-13: "Un día Jesús oraba en un lugar. Cuando concluyó, uno de los discípulos le pidió: «Señor, enséñanos una plegaria…». Jesús les dijo: «Cuando oren digan: “Padre…”» Después les siguió diciendo: «Si alguno tiene un amigo… y éste le dice: “Préstame tres panes…”… Les aseguro que, si no se levanta para hacerle el favor al amigo, la misma insistencia le obligará… Yo les digo: pidan y Dios les dará, busquen y encontrarán, llamen y se les abrirá… si Uds., que son malos, saben dar cosas buenas a sus hijos, mucho más el Padre del cielo dará el Espíritu Santo a quienes se lo pidan»."

Los verdaderos padres saben escuchar a los hijos y éstos, cuanto más pequeños son, mejor, saben insistir a sus padres, pues ¡son su papá y su mamá! Realmente esto es un signo de la salud de las relaciones entre ambos. ¿Acaso los padres no gozan, de algún modo, con ello?

Jesús entregó su vida para abrirnos a su Espíritu y llevarnos vivir en la dinámica de la confianza de los hijos de Dios. El hijo sabe bien que el padre le escuchará y le dará lo mejor.

Hoy se nos invita a vivir esta confianza en nuestra comunicación con Dios, nuestro ‘Abbá’: orar con sencillez y perseverancia. La oración cristiana no exige nada, muestra la necesidad y espera la respuesta de la bondad de Dios que, siempre, da lo más conveniente.

Dios respeta nuestra libertad. ¡Y muy en serio! Él desea que oremos desde la vida. Si oramos como hijos, con insistente confianza, Él escuchará como Padre, dándonos lo mejor, que es su Espíritu. Si le hablamos con exigencias prepotentes o con la desconfianza o ignorancia de quien busca convencer, la oración no será tal y no llegará a Dios, pues Él es sólo Padre.

La confianza respeta, sí; pero se atreve a pedir una y otra vez y hasta lo que parece imposible

La experiencia de Abraham con Dios es dura, pues la visita de Dios, en la forma antropomórfica del relato, es para ‘constatar la perversidad que vive la comunidad de las ciudades degeneradas. Allí vive Lot, sobrino de Abraham, eso lleva a éste a pedir lo casi imposible.

Abraham humildemente suplica por esta comunidad, apoyándose en la justicia de algunos de sus habitantes. Dios está dispuesto a perdonar a todos por la santidad de alguno.

Cristo nos dio todo lo necesario, para que viviéramos como lo que somos, hijos de Dios

Cristo Jesús también vivió esta experiencia. Él mismo se ofreció como oblación de justicia en santidad para llevar a sus hermanos a la vida creciente, que es la Voluntad del Padre.

Dios nos perdonó por la entrega de su Hijo. Nosotros lo asumimos públicamente en el Bautismo. En él reconocemos a Dios como Padre nuestro y alabamos su Bondad; y, al mismo tiempo, aceptamos la liberación de Cristo, nos unimos a su Comunidad y nos comprometemos a vivir en la Nueva Vida de los hijos de Dios, para la que fuimos creados inmortales.

Es fundamental que vivamos a Dios como lo que es, Padre, y así nos comuniquemos con Él

Quien dice ser cristiano debe aprender, cada día, a vivir a Dios como Padre y confiar en su Voluntad. Para eso Cristo Jesús se quedó con nosotros en los sacramentos, en su Palabra y en su Comunidad. Él nos insiste, a través de sus profetas, para que le escuchemos y le hagamos caso. Esta actitud vital nos llevará a saber orar como hijos, muy conscientes de nuestra poquedad y del Amor del Padre. Ahí nace la sencillez y la confianza de la oración cristiana.

Pidamos a María madurar como hijos amados de Dios y orar al Padre en el amor fiel.

Hay preguntas que denotan un gran desenfoque de la experiencia cristiana de la oración.

Este domingo el Señor desea que entendamos qué es lo importante en nuestras relaciones de oración e intimidad con Dios.

Algunos preguntan: "Pero, padre, ¿es necesario orar?; ¿cuál es el mejor modo para Dios escuche mi oración? o también ¿cuáles es la oración más eficaz?" y otras preguntas que cada uno se habrá hecho o le habrán formulado.

Este domingo la Palabra nos hace notar que Dios, en Cristo, nos dio la Vida Nueva y que ésta fue antecedida por el perdón de nuestros pecados, antes que nosotros lo pidiéramos, como siempre sucede.

Aclaremos: cuando nosotros decidimos (decisión a veces muy difícil y dolorosa) pedir perdón, ése es ya signo de que Dios nos ha perdonado y con ello nos concede la gracia de pedir celebrar el perdón de Dios en el Sacramento de la Reconciliación, gracia que muchísimas veces nos cuesta aceptar y vivir. El simple hecho de sentirnos espiritualmente mal, no psicológicamente mal, sino "espiritualmente mal", es decir, en la presencia de Dios, con la conciencia de no haber hecho lo que debíamos, según a Él le complace, eso ya es una gracia, un don gratuito de su Amor, que nos toca a nosotros asimilar para actuar en consecuencia.

Éste es parte del contenido del tercer texto bíblico de este domingo, la carta de san Pablo, que ha ido precedido del salmo 137, al que hemos respondido con la confesión de la fidelidad de Dios: "Me escuchaste, Señor, cuando te invoqué" (invocación que hace referencia a cualquier comunicación con Dios)

El primer texto bíblico que se nos ofrece nos presenta la confianza desmesurada de Abraham como para pedir por las ciudades degeneradas, e insistir a Dios, intercediendo en orden a los justos que pidiere haber. Y Dios se muestra siempre dispuesto al perdón; siempre escucha, siempre cede en su Amor.

El sacramento de la Reconciliación celebra esta actitud de Dios, pero el perdón no comenzó con el Sacramento sino con la paternidad de Dios. Por eso Jesús, al enseñarnos una oración, su oración, nos centra en la Paternidad de Dios y nos quiere hacer entender que nuestra oración será correcta solo si se dirige al Padre y lo hace con la sencilla confianza del hijo, que es la de Jesús, la de Abraham, la de Pablo, la de María y la de todos los santos que existieron y existen a lo largo y ancho de nuestra historia.

¿Es necesario orar? ¡Claro! somos hijos y nos resulta vital comunicarnos con el Padre que nos da la vida y nos la renueva continuamente, pues si no lo hacemos podemos desviarnos y creer que estamos solos. ¡¡No es cierto, el Padre nos ama desde toda la eternidad!! (tal vez nadie nos lo dijo).

¿Cuál es el mejor modo para que Dios nos escuche? ¡Evidente! Hablarle con el cariño y confianza de los hijos, como Jesús, como Abraham, como María...

¿Cuál es la oración más eficaz? La que expresa el abandono más radical a la Voluntad del Padre y la confianza más grande ante su Amor Providente.

No dejemos nunca de orar, así como el Padre no deja nunca de cuidarnos. Orar por los demás, como Abraham y orar por nosotros para no cansarnos de confiar en el Padre que nos Ama.

Les pido una oración especial para mí, que el día 2 de agosto comienzo los ejercicios espirituales, hasta e día 8, para que sepa vivir lo que Dios me regale: siempre son una sorpresa enriquecedora.

Dios nos bendiga copiosamente a todos.

Unidos en oración con María, nuestro Auxilio:

P. José Mª Doménech SDB

sábado, 17 de julio de 2010

CICLO C - TIEMPO ORDINARIO - DOMINGO XVI

CICLO C - TIEMPO ORDINARIO - DOMINGO XVI

Recibir y escuchar al Señor y Maestro es lo más importante de la vida, pues es lo único que nos lleva a vivir como Él la Misión confiada

Gn. 18, 1-10a: "El Señor se apareció a Abraham en la encina de Mambré… Cuando los vio corrió para darles la bienvenida… se postró… y dijo: «Señor, si me eres favorable, no pases de largo… permíteme que traigan agua para que te leves los pies y descanses a la sombra de la encina… repondrás fuerzas para seguir el camino…» Ellos le respondieron: «Muy bien, haz lo que has dicho»… Cuando todo estuvo a punto, tomó cuajada, leche y el ternero, se lo sirvió y se quedó de pie mientras ellos comían. Le preguntaron: «¿Dónde está Sara, tu esposa?» Abraham respondió: «Está dentro de la tienda» Le dijo: «El año que viene volveré y Sara, tu esposa, habrá tenido un hijo»."

Salmo 14: "Señor, ¿quién puede entrar en tu casa?".

Col. 1, 24-28: "Estoy contento de sufrir por Uds. pues así continúo en mi carne lo que falta a los padecimientos de Cristo en bien de su cuerpo, que es la Iglesia, de la que yo soy servidor… El propósito de Dios es éste: que Cristo, la esperanza de la gloria que ha de venir, esté en Uds. Nosotros lo anunciamos sin hacer distinciones; invitamos a todos, los instruimos en todos los secretos de la sabiduría para llevarlos a la plenitud de Cristo".

Lc. 10, 38-42: "Jesús entró en un poblado y fue recibido por una mujer llamada Marta. Su hermana, que se llamaba María, estaba sentada a los pies de Jesús y escuchaba su palabra, mientras Marta se afanaba por prepararlo todo. Marta dijo a Jesús: «Señor… por favor, dile [a mi hermana] que me ayude». El Señor le contestó: «…María eligió la mejor parte y nadie se la quitará»."

La verdadera hospitalidad está centrada en el huésped, con todo lo que trae su presencia, no tanto en lo que se le da, cuanto en la atención que se le presta, aunque aquéllo no sea indiferente, pues puede ser expresión del realismo, respeto y veneración con el que le tratamos.

Nuestra cultura occidental ha perdido mucho el sentido casi sagrado que tenía al inicio la hospitalidad, y que todavía conservan muchas culturas orientales y africanas.

Es verdad que saber aceptar a las personas con sus propias necesidades es la forma más excelsa de hospedaje. Significa darles entrada en nuestra vida. Es la actitud de Pablo en su relación con las diversas Comunidades Cristianas, a las que amaba y servía en Cristo.

Para vivir el verdadero hospedaje cristiano, el que, en nombre de Dios, merece toda persona, es necesario vivir atento al modelo acabado de vida humana: Cristo. Aprender cada día de Él es una tarea nunca acabada y siempre más y más necesitada, pues el Enemigo de la Vida siempre inventa nuevos modos de destruir o pervertir nuestras relaciones y convivencia.

Dios se nos presenta sin pedir permiso pero, en silencio y en otros, nos pide la debida atención

Abraham, hombre exitoso en relaciones humanas y también en los negocios, pero, sobre todo, amigo de Dios, reconoce al Señor en la presencia de los forasteros que llegan intempestivamente a las inmediaciones de su tienda. Los trata con veneración y respeto, como merece toda persona. Pero estos forasteros son especiales: son varios pero actúan como uno solo y muestran una misteriosa sabiduría respecto a los grandes anhelos que viven Abraham y Sara.

La presencia de Dios siempre está oculta, pero real, en las personas que nos rodean. Solo sus amigos le saben descubrir y tratar como es de justicia para Él y para ellos mismos.

El cristiano debe saber sufrir para servir al hermano para que madure su Fe en Cristo

La Iglesia es nuestra Comunidad; en ella somos servidores de la vida de nuestros hermanos. Es tarea asumida en el bautismo y debemos aprender a vivirla con sus sinsabores y sacrificios, pues el desarrollo de la vida es la que más problemas trae, porque hay muchas resistencias. Vivir y sufrir con y en Cristo es la clave para madurar la vida de Fe de la Iglesia.

Lo mejor para una persona es saber escuchar a Dios, pues entonces su servicio será de calidad

Es bueno servir; pero es vital saber recibir los dones de Dios, que después entregaremos. El buen discípulo es, ante todo, atento receptor de la Palabra y Presencia de Dios.

Lo vivieron Abraham y Pablo, receptores delicados de Dios y servidores de sus planes.

Pidamos a María vivir, como ella, atentos a los dones de Dios para entregarlos a todos.

Las personas son lo más importante de toda la realidad existente. Y la relación con ellas es lo que mejor nos define por dentro (ante nosotros mismos) y por fuera en nuestra presencia e influencia social, cristiana y humana. ¡Cuántos nos creen (o no nos cree) a los cristianos por nuestra forma de trato! La primera prédica del Evangelio la damos con nuestras relaciones sociales y comunitarias.

Dios es la Comunión de tres personas. De ella depende toda la realidad que nosotros conocemos y la que no conocemos: su existencia, su sentido, su destino, su salvación y, en fin, su subsistencia más allá del tiempos, según el plan primigenio del Creador. Todo está asegurado por una sola realidad objetiva, proclamada por san Juan: "Dios es Amor", por lo tanto, es Vida, crecimiento, maduración, estimulo, renovación, recuperación, proyección con la garantía de bondad y vida eterna propia de Dios.

El ser humano está llamado, por naturaleza a construir una Comunidad de personas diversas, mujeres y varones, llamadas a madurar en la Comunión de personas, Comunidades y Culturas. El signo más claro de toda esa dinámica de Comunión para el desarrollo de las personas es el matrimonio, realidad proyectada al don mutuo de la vida y de la maduración de cada persona, las ya existentes y las que son llamadas a ello en la relación de respeto y donación mutua.

Es por eso que en la relación lo esencial es la apertura al otro en el respeto y el aprendizaje de saberlo recibir en cada momento y circunstancia, dando a cada persona lo que ella necesita para madurar su ser y su relación con Dios, consigo mismo, las otras personas y la naturaleza. La relación sana lleva a una vida sana en todo sentido.

La Comunidad eclesial pide este tipo de dinámica y para lograrlo cada uno debe estar atento a los hermanos, como Dios lo está de cada uno de nosotros. Que esto supone más sacrificio del que pensamos, eso es normal y evidente, pero lo que debemos aprender es a vivirlo no como una carga, sino como un momento de ofrenda al Dios de la Vida para el desarrollo de la vida de cada uno de los hermanos y de la Comunidad en sí. Eso es lo que Cristo ya no puede hacer, pues este dolor nos toca asumirlo cada uno, pues la responsabilidad personal es insustituible. A eso se refiere Pablo cuando dice que 'completa en su carne lo que le falta a los sufrimientos de Cristo'.

¿Cómo podremos ser capaces de aceptar estos sacrificios si no alimentamos nuestra intimidad con Cristo y aprendemos de Él a vivir dando la vida? Es la 'mejor parte' que eligió María. Ciertamente Marta estaba entregando su vida al prepararlo todo, pero eso no se puede aguantar por mucho tiempo con pureza de intención y desinterés honesto, si uno no está lleno del Espíritu de Jesús. Pablo lo vivía y Abraham también en la Fe y Esperanza sin límites, pues sabía que Dios nunca falla en sus promesas.

Nuestra vida continuamente nos pone a prueba esta Fe y Esperanza, por eso tantas veces se resquebraja la Caridad en nuestras reacciones y vienen los malos tratos de los que hay que aprender a pedir perdón y debemos aprender a perdonarnos a nosotros mismos, pues muchas veces ésos se convierten en una pesada carga para el futuro y sus exigencias.

Dios nos bendiga a todos para que aprendamos a intimar con Él para poder amar como Él.

Unidos en oración con María, nuestro Auxilio:

P. José Mª Doménech SDB

A todos los Grupos de la Familia Salesiana

Blogspot del Santuario de María Auxiliadora: http://santuariomariaauxiliadorapiura.blogspot.com/

Blogspot de la Campanilla:

http://lacampanillapiura.blogspot.com/

Señor, muéstranos a Jesús”

A todos los Grupos de la Familia Salesiana

Estimados hermanos:

Me siento grato al enviarles un atento y fraternal saludo a usted y a todos sus hermanos. Este año es especial, es el Año Santo Salesiano. Son muchos los dones que recibimos de nuestro buen Padre Dios en especial la visita de la Urna de San Juan Bosco conteniendo su reliquia que nos ha fortalecido y nos exige seguir asumiendo nuevos compromisos.

En el mes de mayo celebramos a nuestra buena Madre María Auxiliadora. Y todos nos comprometimos a buscar vivir el Evangelio desde la Virgen, a seguir trabajando por propagar su devoción. Y es con este objetivo que asumimos el compromiso como Familia Salesiana: Que el Santuario María Auxiliadora sea un centro permanente de devoción a la Virgen. Y que la riqueza que hay al interior de cada uno de los grupos de la Familia Salesiana en Piura nos anime y nos fortalezca en el Señor.

Para esto, junto con el equipo de Comunicación del Colegio, hemos creado el blog del Santuario: santuariomariaauxiliadorapiura.blogspot.com con la finalidad de mejorar nuestros niveles y medios de comunicación. A través del blog conoceremos las diferentes actividades e inquietudes de cada uno de los grupos de esta gran familia. Podrán alcanzar la información que deseen se cuelgue en el blog a través del siguiente correo electrónico: santuario.maria.auxiliadora@salesianospiura.edu.pe

Es Dios quien hace las obras buenas, y nosotros tenemos que rogarle que tenga la bondad de servirse de nosotros en sus santas empresas. Pongamos toda nuestra confianza en Dios y sigamos adelante sin temor.

Salesianamente

P. Humberto Chávez Franco sdb

domingo, 11 de julio de 2010

CICLO C - TIEMPO ORDINARIO - DOMINGO XV

CICLO C - TIEMPO ORDINARIO - DOMINGO XV

Cristo es cabeza de la Iglesia y centro del Universo: sólo en Él encuentra todo ser humano la plenitud de salvación para su vida

Dt. 30, 10-14: "El Señor estará muy complacido de hacerte feliz… si tú escuchas al Señor, tu Dios, con todo el corazón… y te conviertes… con toda el alma. La ley que hoy te doy no es demasiado difícil para ti ni está fuera de tu alcance… son palabras que tienes muy cerca de ti… las tienes en tu corazón".

Salmo 68: "Busquen al Señor, y vivirán»".

Col. 1, 15-20: "Jesucristo es imagen del Dios invisible… Dios ha creado todo el universo por Él y a Él lo ha destinado. Él existe antes de todo y todo se mantiene en Él. Él es también la cabeza del cuerpo, que es la Iglesia. Él es origen y primicia de los resucitados… quiso Dios que residiera en Él toda plenitud… por Él Dios quiso reconciliarse con todo el Universo, dando la paz… por la sangre de la cruz de Jesucristo".

Lc. 10, 25-37: "Un letrado… preguntó a Jesús: «Maestro, ¿qué tengo que hacer para heredar la Vida Eterna?» Jesús le respondió: «¿Qué está escrito en la ley? ¿Qué lees en ella?» Él respondió: «Amarás al Señor, tu Dios… y a tu prójimo como a ti mismo». Jesús le dijo: «…hazlo y vivirás». Él… replicó: «Y ¿quién es mi prójimo?» Jesús prosiguió: «Un hombre bajaba de Jerusalén a Jericó, cayó en manos de unos ladrones… bajaba un sacerdote, lo vio mal herido y… pasó de largo; por ese mismo camino bajó un levita… pasó de largo. Pero un samaritano que viajaba por allí, lo vio y se compadeció… De los tres, ¿quién te parece que se portó como prójimo del hombre asaltado?» El letrado dijo: «El que le atendió». Dijo Jesús: «Haz tú lo mismo»".

¿Es posible amar a alguien sin buscar comprenderlo cada día más; sin hacer un esfuerzo para encontrarse con Él; sin desear vivir en mayor intimidad con su persona; sin caminar, paso a paso, junto a Él lo más posible? ¿Qué verdad tendría un amor que no hiciera este esfuerzo? Decir amar o seguir sin buscar acercarse es, al fin y al cabo, una forma de mentir.

Amar es ser capaz de entrar en el interior de la otra persona y compartir con ella la vida. Cuanto más profundamente se vive esta experiencia, más profundo es el amor. Se trata no de sustituir sino de vivir en sus responsabilidades, ayudándole crecer asumiéndolas y afrontando las consecuencias de sus actos, sin abandonarle jamás a su suerte. Es el modo de vivir de Dios respecto a su Hijo encarnado, Jesucristo, y a cada uno de sus hijos de carne y hueso.

Amar es el modo de vivir del cristiano respecto a Dios y a los hermanos; alegrándose de sus logros y acompañando sus luchas; aceptando los apoyos que nos dé y buscando conocerle cada día más y mejor, aunque esto, sin duda ninguna, suponga esfuerzo continuo y, en algunos momentos, muy duro y difícil de asumir. Jesús, en su pasión, nos señala el camino a seguir.

Es la vida de Cristo Jesús con nosotros y la que nos invita a vivir con los hermanos.

El nuevo pueblo nace de la obediencia, de ella brotarán todos los bienes que Dios desea darle

Dios ama a su pueblo. Éste no necesita hacer nada para ser amado, Dios le ama porque es su Padre y es Amor. Por eso le orienta con los mandamientos, porque quiere su desarrollo y que prospere en todo lo que viva, superando las dificultades que la realidad plantea por sí misma.

Este pueblo debe ser lo que es: una Comunidad de Hermanos. Así cumplirá su vocación: hacer del mundo una comunidad fraterna; así la tierra será lo que Dios quiere, su familia.

Todo está en Cristo: la creación, pues Él es su origen, y la salvación, de la que Él es el Fin

Cristo es mostrado, como es en realidad, superior a toda creatura. Todo ha sido creado en orden a Él, modelo acabado de la creación. En Él todo lleva a la Vida según la Voluntad soberana del Padre, la creación Redentora del Hijo y la radiante Santificación del Espíritu.

También la Redención está presidida por Cristo. Solo Él reconcilia a toda persona y a todo el Universo con el Padre en el Espíritu. En Él hallamos el sentido, principio y fin de todo.

No se trata sólo de cumplir la ley sino, mucho más, de ser, en Cristo, como Dios: dador de vida

El que vive en alianza con Dios o busca ser como Él: dador de vida al hermano, a todo ‘hermano’, o está viviendo por su cuenta, no en el Señor, que libera a todos de toda esclavitud.

Los bienes de Dios son para todos. La caridad o es universal o no es cristiana. Es la vida plena de Dios. Vivirla es hacer historia a Dios. Nada nos exime de la caridad cristiana.

Pidamos a María vivir cada día en el Señor amando a todo hermano que lo requiera.

¿Hacer algo para heredar la Vida Eterna?

Ésta es el sentido de la pregunta que un Maestro de la Ley hace a Jesús.

Pero aclaremos la pregunta y no nos confundamos: ¿se trata de hacer algo o ser alguien?

No se puede heredar la Vida Eterna haciendo algo, pues, por un lado, la Vida Eterna es solo una, pues es eterna e ilimitada, y, por tanto, no pueden ser dos, pues ya no sería eterna e ilimitada, y, por consiguiente, es para todos la misma; por otro lado, por sí misma, la herencia no la adquiere nadie por haber hecho algo, sino que se le reconoce por ser alguien específico, es decir, por tener el derecho ya sea por naturaleza o por concesión, pero jamás por "compra" o mérito. La herencia no se consigue a ningún precio, y menos una Herencia de la Vida Eterna, como la Divina. Éste es un don del Padre para los hijos y solo para ellos, de modo que para heredarla solo se debe ser hijo/a, ¡y nada más! Solo se recibe por la naturaleza de filiación que se nos ha dado o por naturaleza o por generosidad del Padre de la Gloria.

Dios nos concede su herencia, que es Él mismo, si aceptamos ser sus hijos como el Hijo Unigénito.

Para lograr la herencia solo se debe amar a Dios como a nuestro Padre que es, es decir, amarlo como el Hijo le ama, por encima de todo; y amar también a los hermanos, hijos del mismo Padre, como también lo hace el Hijo, es decir, con el don de la propia vida.

Nada más y no sólo amar a algunos que nos son cercanos, sino a todos los que se nos hagan, por alguna necesidad, próximos, aunque no nos pidan la ayuda.

Ése fue el camino del Hijo y el que debe vivir todo hijo de Dios.

El Padre que no tiene felicidad más grande que darnos vida y llenarnos la vida de felicidad. Ése debe ser el gran interés de todo hijo de Dios.

En el salmo repetiremos una y otra vez: "Busquen al Señor, y vivirán" Ésta es nuestra vida eterna: vivir en el Señor para siempre llenando de felicidad la existencia de los que nos rodean.

Pidamos a María que nos enseñe, ya ahora, a vivir en la Herencia de Dios: la vida eterna para los hermanos que están con nosotros, sobre todo hacerlo con aquellos que más lo necesitan por sus carencias de todo tipo, a consecuencia de las múltiples magulladuras de la vida.

Dios les bendiga y a todos nos ayude a caminar en su Voluntad, que es el adelanto de la Feliz Herencia Eterna y Universal.

Unidos en oración con María, nuestro Auxilio:

P. José Mª Doménech SDB