sábado, 25 de septiembre de 2010

CICLO C - TIEMPO ORDINARIO - DOMINGO XXVI

CICLO C - TIEMPO ORDINARIO - DOMINGO XXVI

Dios nos pide vivir en justicia, como servidores de la vida de los últimos; no hacerlo es preparar nuestra ruina, sin posibles ‘milagros’

Am. 6, 1a.4-7: "¡Ay de los que viven tranquilos en Sión y de los que se creen seguros en la montaña de Samaría!... pero no se estremecen ante el desastre de las tribus de José. Por eso ahora serán los primeros en las filas de los deportados; así acabará la orgía de los vividores".

Salmo 145: "Alaba al Señor, alma mía"

1Tm. 6, 11-16: "Hombre de Dios, busca siempre practicar la Justicia, la Piedad, la Fe, el Amor, la paciencia, la mansedumbre. Lucha el noble combate de la Fe… Delante de Dios… te exhorto a que guardes irreprensible y sin falta el encargo recibido hasta la manifestación del Señor Jesucristo… A Él honor y el poder para siempre. Amén".

Lc. 16, 19-31: "Jesús dijo a los fariseos: «Había un hombre rico que se vestía de púrpura y lino… Un pobre, llamado Lázaro, lleno de llagas, siempre estaba tirado en su portal… Murió el pobre y… fue llevado al seno de Abraham. También murió el rico y fue enterrado… éste, levantando los ojos, dijo: “Padre Abraham, apiádate de mí…” Abraham le respondió: “…acuérdate que en la vida tú tuviste muchos bienes y Lázaro males; ahora él ha encontrado consuelo y tú sufrimientos. Ten en cuenta, además, que… nadie, aunque quiera, puede pasar ni de nosotros a Uds. ni de Uds. a nosotros”. Dijo el rico: “Tengo cinco hermanos…” Respondió Abraham: “Tienen a Moisés y a los profetas: que les escuchen… si no hacen caso ni a Moisés ni a los profetas, aunque resucite un muerto, no se dejarán convencer”»."

¡Cómo nos gusta que se haga “justicia”!: ¡¡que se cambien las cosas y los que la pasan bien gracias a sus abusos y prepotencias, a veces criminales, ‘gocen’ la desgracia que han hecho sufrir a los pobres con sus inmisericordes injusticias!! ¿Ésa es nuestra justicia?

Esto sucede a veces, pero no es lo ordinario. Cuando se dan ilusorias revoluciones para lograrlo, lo único que se prepara, también con brutalidades, son nuevas prepotencias e injusticias por parte de los antiguos ‘oprimidos’, que deseaban poder ser ricos y no les dejaban.

No son éstos los caminos de Dios. Él nos pide que actuemos como gestores de vida para todos: eso y solo esto es justicia. No se trata de ‘hacer justicia’ sino de vivir en justicia.

Los injustos no saben, o les impiden recordarlo, o se niegan a reconocerlo, que toda injusticia genera la reacción contraria, dirigida contra ellos y con la acusación de la propia conciencia; es decir, para ellos será mucho peor, sin posible consuelo. “Irán al destierro”, dice Amós; “tú, en vida, recibiste bienes”, dice Abraham, en la parábola de Jesús. Por esto Pablo pide a Timoteo, para superar el engaño del mal, “busca siempre practicar la justicia en la Fe”.

La inmisericordia, incluso si está refugiada en lo religioso, trae desgracia para el injusto

Si nuestra supuesta fe en Dios, y su culto, no nos lleva a la misericordia, nos condena. No vale la religión que nos centra en nosotros mismos y acaba trayendo desdicha a los demás.

Al final, el resultado seguro de la injusticia es que los injustos se ven privados de los bienes para los que fueron creados. No hay desdicha mayor: siempre tenderán a ellos y nunca los obtendrán. ‘¡Mejor no existir!’, dirán; eso dijeron los que sufrieron las injusticias de ellos.

Por desgracia, el mal siempre nos ataca y rodea, solo lo para la justicia desde la Fe y la piedad

La codicia, poco a poco, ensombrece la conciencia y genera injusticias múltiples. Pablo, como remedio, por un lado, pide oración por todos y, por otro, conmina a Timoteo a caminar en la justicia por la Fe y el Amor; eso lleva a la piedad, dulzura y paciencia en el sufrimiento.

Éste es, nos aclara, el buen combate, por el mandato recibido que busca salvar a todos, pues unos sufren injustamente y otros caminan hacia su propia desgracia y ¡ésta eterna!

Vivir fielmente esta actitud de Amor hace de nuestra vida un camino a la gloria final.

El poder de la injusticia lleva a la desgracia al que no escucha ni obedece la Palabra de Dios

El pobre es llamado “Lázaro”, ‘socorro de Dios’. Dios no abandona al rico, le ayuda, le avisa, le ofrece oportunidades, pero es él quien debe aprovecharlas con la ayuda de la Palabra.

El egoísmo es perverso y pervertidor del mundo: ¡una verdadera desgracia universal!

Sólo hay un camino de salvación: escuchar la Palabra y convertirse, lo demás es inútil.

Pidamos a María mantener el esfuerzo de caminar en justicia como la Palabra nos diga.

¿Cuál es la justicia de Dios?

Hacer de todo para salvar a cada uno de sus hijos, es decir, cada persona humana en particular, sin excepción alguna, por eso no juzga jamás para condenar, sino para indicar cuál es el camino de salvación que cada uno debe asumir para aceptar la salvación que necesita para no hundirse.

A todo rico (de cualquier tipo de pseudo-riqueza) Dios le pone al lado su real "Lázaro" (que significa 'socorro de Dios') para que tenga la oportunidad de redimir sus actitudes homicido-suicidas de creer que puede hacer con su vida, y lo que imagina tener, lo que se le ocurre. Hacer esto es total y radicalmente necio, pues el único bien real nos viene cuando logramos descubrir qué es lo que conviene a nuestra naturaleza personal y a las concretas características de cada una de las personas que nos rodean y con las que formamos este mundo.

Justicia es dar a cada uno lo que le corresponde y lo único que le corresponde a cada persona es que le ofrezcan la oportunidad de vivir con creciente dignidad y le ayuden a asumir cada día más seriamente las metas para las que ha sido creada, aunque sean difíciles.

No hay justicia donde no se enseña a vivir con respeto y dignidad, pues vivir sin estas virtudes es hundir la propia vida en el fracaso temporal y arriesgarse al permanente, ni no deseamos hablar del 'eterno', porque nos da miedo de hablar la verdad objetiva, o porque no sabemos casi nada de esto.

Pablo le pide, le exige, le 'conmina', en la presencia de Dios, a Timoteo a que viva en la justicia, en la Fe, en la Piedad, en el Amor, en la paciencia y mansedumbre, porque no le será fácil lidiar con un mundo que se desvía cada vez más de la verdad y, por tanto, del bien y la dignidad, aunque todos las deseen y las quieran "defender". El domingo pasado nos pedía que oráramos y hoy que vivamos en justicia.

La paz es un don que hay que saber hacer historia, pues supone actitud, que será objetiva si se plasma en dominio personal, en respeto por las personas y las realidades ajenas y en estímulo solidario-subsidiario del bien de las personas que nos rodean.

Pidamos al Señor que sepamos percibir la providencia de Dios en la realidad que nos rodea y que nosotros mismos seamos signos de esta providencia para nuestros hermanos, especialmente para los que más lo necesitan.

Dios nos bendiga a todos.

Unidos en oración con María, nuestro Auxilio:

P. José Mª Doménech SDB

sábado, 18 de septiembre de 2010

CICLO C - TIEMPO ORDINARIO - DOMINGO XXV

La buena administración de los bienes materiales requiere oración y prudencia, pues nos ha sido confiada para el bien de los necesitados

Am. 8, 4-7: "Escuchen esto, Uds. que se agreden con sus abusos a los pobres y aniquilan a los marginados del país… El Señor lo jura por la gloria de Jacob: «No olvidaré jamás lo que están haciendo»."

Salmo 112: "Alaben al Señor que salva al pobre"

1Tm. 2, 1-8: "…les ruego que eleven a Dios plegarias, oraciones, súplicas y acciones de gracias por todas las personas, por los reyes y los que tienen autoridad, para que podamos desarrollar una vida tranquila y serena, llena de piedad y honestidad. Esto es agradable a Dios, que quiere que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento de la verdad. Hay un solo Dios y un solo mediador… Jesucristo, que se entregó a sí mismo para salvar a toda persona…".

Lc. 16, 1-13: "…Quien es fiel en los bienes que valen poco, lo será también en los que mucho valen. Si no son capaces de fidelidad en la administración de las riquezas engañosas, ¿quién les dará las verdaderas?... ¿las que les corresponden a Uds.? Nadie puede servir a dos señores… No se puede servir a Dios y a las riquezas"

El poder que da la riqueza es aparente, pues, lejos de liberar y construir una vida digna, al llenar interiormente y construir vida para todos, lo que hace es esclavizar y generar abuso y muerte. La riqueza es un verdadero ídolo pervertidor, pues es muy difícil liberarse de él, una vez has quedado atrapado. Sus cadenas, de ordinario, alagan la vanagloria, la soberbia, dan la ilusión de poder, que sólo es aparentemente real, pues, lejos de llevar a la persona a su realización integral, la hunde en la vorágine de la prepotencia, despilfarro, apariencia, mentira y gusto por la adulación. Probablemente es el peor y más destructor de todos los ídolos. ¡Veamos hacia dónde se encamina nuestro mundo manejado por ‘poderosos’, de ordinario inescrupulosos!

Santiago nos pide orar por los que ejercen autoridad. La razón es que la autoridad siempre está amenazada por la corrupción. No orar por quien tiene autoridad, puede significar abandonarlo en manos de poderosos sin alma, ni patria, ni Dios, ni dignidad, ni respeto por nada.

El fin del mundo y la persona atrapada por el dinero, es la destrucción de la naturaleza -desprecio por la ecología-; de las personas -aborto-; de la familia -divorcio y aval legal a cualquier aberración jurídica o moral-; de los recursos -depredación-. Si así vivimos en un mundo donde sólo somos visitantes, ¡imaginemos qué peligro corre nuestra propia casa!

Jesús nos invita a no dejarnos atrapar por las riquezas, pues sería nuestra perdición.

Dios, si vivimos en su Voluntad y no solo cumplimos, salva de la codicia que destruye y mata

Nadie como Amós se ha hecho claro intérprete de las injusticias sociales por parte de los poderosos prepotentes que actúan sin escrúpulos. Las consecuencias son siempre nefastas.

La salvación de Dios se hará real en la sociedad cuando su Voluntad pase por la vida de las personas y se refleje en las sociedades que éstas construyen. Porque Dios sí salva.

Para no quedar atrapado en la degradación de la corrupción destructora, es necesario orar

La plegaria litúrgica debe ser universal y misionera, pues la salvación de Dios es un derecho de todos y Dios la tiene planificada desde siempre: todos, cada persona, son sus hijos.

Es necesario que todo creyente en Cristo ore haciendo suya está Voluntad de Dios, sobre todo a favor de las autoridades para que orienten la construcción de la sociedad en la justicia y la verdad para que sea posible la paz en todos y para todos. No orar por ellas nos hace responsables de los errores que criticamos, pues no ayudamos a superarlos, entorpeciendo así la justicia e impidiendo la paz. Callar puede ser grave complicidad pasiva.

La honestidad interior es el criterio de todo verdadero desarrollo integral de la vida y el futuro.

Quien ve la seguridad de su vida en peligro, lo intenta todo para no perderse. ¿Cuál es la salvación que más nos preocupa?, pero, para nosotros, ¿cuál es la realmente importante?

Saber distinguir estas dos cuestiones es vital, pues esto orientará nuestra vida.

¿Qué compartir para asegurar el futuro? La propia vida y lo que nos confiaron. Saber administrar lo prestado y caduco, nos garantiza un futuro feliz con lo que es nuestro.

Pidamos a María vivir atentos y orantes para hacer una administración llena de vida.

¿Es mala la riqueza? ¿Es mala la pobreza?

Lo malo es la codicia, el acumular, el apetecer tener y creer que nuestro futuro y nuestra realización personal están condicionados al tener más o menos. Esto quita el alma y la dignidad personal, y con ello, perdemos la noción de la dignidad de las otras personas y el respeto que merece la sociedad, la naturaleza y el mundo.

La pobreza no es mala; la mala es la miseria o la pobreza sin salida, ni dignidad, pues es fruto de la codicia, siempre asesina, injusta, destructora y ladrona.

No creamos que solo los que tienen mucho dinero y poder están atrapados por la codicia, y con ella por la corrupción, porque esto es un grave error.

La codicia persigue a todos y de él todos nos debemos sabernos defender, pues lleva a muchas y flagrantes injusticias, pequeñas y grandes. Puede atrapar a cualquiera, también a algunos eclesiásticos o a instituciones de la Comunidad cristiana. Es verdad, nosotros, la Iglesia, tenemos la ventaja de estar siempre sujetos a la clara y directa crítica salvífica del Evangelio y de los profetas que incesantemente Dios suscita entre nosotros para el beneficio de todos, no solo nuestro. La codicia puede, y de hecho lo hace, atacar a los pobres y a los ricos, a los que tienen mucho y a los que tienen poco, aunque en éstos últimos se nota menos y hace menos ruido, pero no menos daño.

Por eso Jesús nos pide que nos defendamos de ella. Eso significa la expresión: "No se puede servir a dos señores; no se puede servir a Dios y al dinero (a la codicia)" El dinero, la codicia de todo nivel, embrutece, pero lo hace de a pocos, como para que no nos demos cuenta, como cualquier droga. Por eso es tan importante orar en todo momento y por todas las personas, sobre todo si tienen autoridad o poder, pues cuando nos empezamos a degradar, solo Dios, aceptado con sinceridad, puede parar la caída.

El Señor nos invita a la libertad... de todo, también del engañoso y destructor dinero, con el que, es verdad, podremos construir mucho, si lo usamos como el campesino usa el estiércol; pero nos llega a pudrir el alma si lo usamos poco menos que como alimento y garantía de nuestra seguridad y futuro.

El Señor nos bendiga y nos dé un corazón como el de María, absolutamente libre para buscar hacer solo la Voluntad de Dios y servir sin intereses escondidos de ninguna clase, y con todo lo sano que se nos ofrece, a los que lo necesiten para el bien y la vida.

Unidos en oración con María, nuestro Auxilio:

P. José Mª Doménech SDB

sábado, 11 de septiembre de 2010

CICLO C - TIEMPO ORDINARIO - DOMINGO XXIV

CICLO C - TIEMPO ORDINARIO - DOMINGO XXIV

La Misericordia de Dios es eterna, para todos y sin límites: es fuente de alegría y maduración personal, solo pide apertura y docilidad

Ex. 32, 7-11.13-14: "El Señor dijo a Moisés: «Baja enseguida, porque tu pueblo…, se ha pervertido. Se han apartado rápidamente del camino que yo les había señalado… Ya veo que este pueblo es obstinado… mi ira arderá sobre ellos. De ti suscitaré una gran nación». Pero Moisés trató de aplacar al Señor…: «¿Por qué, Señor, arderá tu ira contra tu pueblo…? Acuérdate de Abraham, de Isaac y de Jacob, tus servidores…» Y el Señor se arrepintió…"

Salmo 50: "Volveré a mi Padre y le diré: ‘Padre, he pecado; Padre, bondad’"

1Tm. 1, 12-17: "Doy gracias a nuestro Señor Jesucristo, porque me ha fortalecido y me ha considerado digno de confianza llamándome a su servicio… sobreabundó en mí la gracia de nuestro Señor… Jesucristo vino al mundo para salvar a los pecadores y yo soy el peor de ellos… para que Jesucristo mostrara en mí toda su paciencia…".

Lc. 15, 1-32: "Los publicanos y pecadores se acercaban a Jesús… Los escribas y fariseos murmuraban: «Este hombre recibe a los pecadores y come con ellos». Jesús les dijo esta parábola: «Si alguien tiene cien ovejas y se le pierde una, ¿no deja… y va a buscar la que se le había perdido hasta encontrarla? Y cuando la encuentra… dice: “Alégrense conmigo…” Les digo que, de la misma manera, se alegrarán los ángeles de Dios por un solo pecador que se convierte… Un padre tenía dos hijos… el más joven lo tomó todo y se fue a un país lejano… malgastó todo… Entonces se dijo: “Los criados de mi padre tienen pan de sobra y yo aquí me muero de hambre. Volveré a mi padre y le diré: ‘Padre, he pecado…’” Volvió… el padre lo vio… corrió y se le echó al cuello y lo besó… dijo a los criados: “Traigan… para celebrarlo… Hijo,… debemos alegrarnos…»."

No hay nada que dé más alegría y esperanza que la reconciliación en casa.

El mundo es la casa construida por Dios para el hombre en la que a Dios mucho le gustaría que le permitieran vivir con derecho propio y dignidad reconocida y respetada.

En la medida que Él es aceptado, todos tenemos lugar, esperanza y estímulo para desarrollarnos, pues ésta es la finalidad de la creación que Dios, en su Amor, creó: que todas las creaturas, sin cortapisas, puedan ser lo que están destinadas a ser por propia naturaleza.

Por esto, en Cristo, Dios nos salva del pecado. Anticipando esto Dios llamó a Abram, a Isaac y a Jacob; liberó de Egipto a su peublo, lo educó en la Fe con su duro y doloroso camino; le acompañó a través de los profetas y maestros de sabiduría, hasta llegar a María, la mujer siempre abierta y dócil a la Voluntad de Vida y Amor de este Dios que jamás abandona.

Pablo debió vivir su éxodo y lo debemos aprender a vivir también nosotros, aunque duela, ¡y duele de verdad!, pero el resultado es una alegría y felicidad inconmensurables.

Moisés pide a Dios, el libertador de Israel, que sea fiel al Amor primero y a la promesa hecha

Israel, al ver que Moisés no regresa del Sinaí, teme quedar solo en medio del desierto y, para poder seguir adelante, se hace un ídolo tomándolo como el dios cercano en quien confiar.

Dios cuida a los elegidos y no acepta que se desvíen, pues eso los mataría. Moisés aprendió de Dios a defender a los que ama y a buscar que vuelvan al Señor, pues Él perdona.

La experiencia de Pablo es una invitación a la confianza y a la perseverancia: ¡¡Dios es fiel!!

La alegría agradecida de Pablo está motivada por la experiencia de haber sido perdonado por Cristo y esto le lleva a proclamar que lo suyo no es una excepción, sino una regla.

Dios es siempre fiel, por lo tanto, lo que nos toca es apoyarnos en Él y seguirle.

No importa qué pasó: Él es el Salvador que todo lo puede, si nos ponemos en sus manos.

El Padre es Padre: nos quiere ver felices, para eso nos creó, por eso no se cansa de esperarnos

Para el hombre es inconcebible un Padre tan cercano, paciente y amoroso, pero ésa es la verdad que Jesús nos muestra. Nada lo vence, nada lo cansa, nada lo derrota, pero tampoco Él gana a nadie: soy yo quien debe volver y dejarse encontrar en la miseria, vergüenza o nulidad.

La mayor alegría de Dios es que aceptemos su salvación. Nos quiere grandes y felices.

Pidamos a María valorar el Amor industrioso y paciente de Dios, que busca salvarnos.

Dios es misericordia porque es Amor justo y Justicia en el Amor Eterno.

Creo que no hay ninguna necesidad mayor en el hombre que la de Misericordia, porque es débil y lleno de necesidades, límites, errores y de ilusiones no satisfechas. Probablemente el primer acto de justicia está en la misericordia con la que Dios nos trata y nos estimula a seguir adelante y superar nuestra experiencia de no lograr lo que tanto deseábamos y hasta tanto esfuerzo nos costó.

Dios nos invita a seguir caminando mientras confiamos en su Amor comprensivo y cercano. A Él nadie le puede engañar con apariencia de fortaleza y resistencia al dolor y al fracaso: no, vive en lo más íntimo de nosotros mismos y sabe lo que pasa en centro de nuestro interior, por eso no juzga ni condena, pero tampoco secunda lo que no nos lleve por el camino de la Vida Nueva.

Pablo lo dice claro: ¡con Dios no se juega! Él no solo sabe, sino que es la Verdad y las opiniones humanas son intentos de aproximarse a ella y, en la medida que se abren con sencillez y humildad, algo logran, pero la soberbia es la reacción más necia que una persona puede tener, pues le cierra a toda posible objetividad. En cambio la humildad le lleva por el camino de la vida y de la paz interior, pues no se basa en apariencias, sino en la verdad de lo que cada cosa y cada persona es.

No importa lo que ha pasado; ¡ya pasó y es necesario seguir adelante y no quedar atrapado en un pasado que no desarrolla nada, sino que hunde en la muerte del ayer que nunca podrá ser mañana!

En la medida que los hombres, mujeres o varones, aprendemos a intimar con Dios, aprenden a mirar a los hermanos con más misericordia; a juzgar menos, a animar más a vivir y a no ceder ante el miedo de un posible nuevo fracaso.

Jesús nos habla de un Padre que se expresa en la misericordia. Donde ésta no se expresa con claridad y sencillez, Dios nos está y donde la misericordia estimula la vida y le lleva a madurar y desarrollarse, allí Dios actúa con seguridad.

Aprendamos del Hijo de Dios encarnado a ser como el Padre y a estimular la vida en los que nos rodean; para eso recibimos el Espíritu del Hijo que nos lleva a clamar: Abba, Papá, y a enseñárselo a los hermanos para que, confiando en su Amor, puedan seguir adelante.

Dios nos bendiga a todos y nos llene de su Amor Misericordioso.

Unidos en oración con María, nuestro Auxilio:

P. José Mª Doménech SDB

domingo, 5 de septiembre de 2010

CICLO C - TIEMPO ORDINARIO - DOMINGO XXIII

CICLO C - TIEMPO ORDINARIO - DOMINGO XXIII

Las limitaciones del hombre son inmensas, pero las posibilidades de Dios son absolutas: lo inteligente es dejarlo todo y fiarse solo de Él

Sab. 9, 13-18: "¿Qué hombre puede conocer los designios de Dios o hacerse una idea de lo que quiere el Señor?... esta morada de arcilla oprime a la mente con muchas preocupaciones… ¿Quién habría conocido tu voluntad su Tú mismo… no hubieras enviado de lo alto tu Santo Espíritu? Así se enderezaron los caminos de los que están en la tierra… por la Sabiduría fueron salvados".

Salmo 89: "¡Señor, Tú has sido nuestro refugio!"

Flm. 9b-09.12-17: "Yo, Pablo, ya anciano y ahora prisionero a causa de Cristo Jesús, te suplico a favor de mi hijo Onésimo… Te lo envío como si fuera una parte de mi mismo ser… Tal vez él se apartó de ti por un instante a fin de que lo recuperes para siempre, no ya como esclavo… sino como un hermano querido… Por eso, si me consideras un amigo, recíbelo como a mí mismo".

Lc. 14, 25-33: "Jesús iba con un gran gentío y... les dijo: «Cualquiera que venga a Mí y no Me ame más que a su padre y a su madre, a su mujer y a sus hijos, a sus hermanos y hermanas, y hasta a su propia vida, no puede ser mi discípulo. El que no carga con su cruz y me siga, no puede ser mi discípulo… cualquiera de Uds. que no renuncie a todo lo que posee, no puede ser mi discípulo»."

El nuestro es un mundo de muy poca reflexión integral, seria y profunda. Todo nos invita a decidir rápido, sólo con los datos que nos dan las noticias, presentadas como otros nos las quieren hacer escuchar y entender; nos llenan de llamativas propagandas y nos presionan.

Nos dicen que decidamos por nosotros mismos, que no dejemos que nos impongan las cosas, que seamos libres, pero quienes lo dicen nos dan prisa, no nos dejan tiempo para reflexionar, analizar, ver opciones y entrar en el propio corazón para profundizar en nosotros mismos la dirección que deseamos dar a nuestra vida. Nos quieren hacer creer que todo lo trascendente es mentira, pérdida de tiempo, atraso, fruto de la ignorancia, siempre manipulable.

Parece que el nuestro es el tiempo de la prisa, de las decisiones precipitadas y dirigidas por la moda, por la ‘ciencia’ presuntuosa y miope, pero no por la sabiduría.

El Señor nos salva de la superficialidad de este tiempo de muerte y desconcierto por ideologías, muy bien orquestadas por la ‘ciencia’ y la tecnología, pero sin la Verdad ni el Bien.

Si nos atrevemos a fiarnos de Dios conoceremos la alegría de la Vida, libres de ser aplastados por los diversos y brillantes dominadores de este mundo, a los que no les importamos.

¡Es nuestra decisión! Lo fue para Filemón y lo es para todo discípulo de Jesús. Él no impone, pero las decisiones personales marcan la vida de cada uno y la de su ambiente.

Dios nos da su Sabiduría para que no nos perdamos en el enredo de las opiniones humanas

El peso de la debilidad interior que nos embarga y de la desorientación que nos envuelve, hace imposible que podemos entender los planes de Dios sin el don de su Gracia de Amor y Sabiduría para la Salvación y Vida Plena en el Espíritu Santo.

Los dones de Dios son siempre gratuitos, pero si no se piden y esperan, aunque estén a nuestra disposición, no nos enteramos, pues ni nuestro espíritu está suficientemente abierto a ellos ni nuestro mundo nos ayuda. El mismo Dios viene en nuestro apoyo, si lo pedimos de veras

No siempre es fácil percibir la presencia del Espíritu Santo en medio de las circunstancias

Pablo pide a Filemón que tenga, sobre su esclavo Onésimo, una mirada de Fe y lo reciba como lo que ahora es: su hermano en Cristo. Las leyes no cambiarán, pero si cambia el corazón, al fin, cambiará la sociedad que éste construye. ¡Ésta es la Sabiduría del Dios que nos creó!

Siempre la decisión está en nuestras manos: Dios da su Vida cada día, ¿y nosotros qué?

Jesús es el Maestro y Salvador y nos pide lo pongamos a Él como único centro de nuestra vida

Si Cristo no es el centro de nuestra vida, quiere decir que otro ya ocupó este lugar, y las consecuencias no serán las mismas. Somos responsables de lo que hacemos vivir a los demás.

Jesús nos invita a tomar siempre en serio todas sus indicaciones: son fruto de su Vida.

Ser discípulo de Jesús es una decisión que abarca todas las dimensiones de la vida.

Pidamos a María saber recibir la Sabiduría de Dios y vivir como discípulos de su Hijo.

Dios les bendiga a todos.

Aunque en nuestra diócesis de Río Gallegos, por orientación del Padre-Obispo, la Eucaristía del domingo 5 está centrada, con textos específicos, en el Día Internacional del Migrante, creo que es justo, pues no todos están en esta misma situación pastoral, que les envíe la reflexión sobre los textos bíblicos que iluminarían esta semana.

La Sabiduría de Dios busca siempre los mejores caminos para que el hombre no quede atrapado en la vorágine de las noticias, teorías, mentalidades y posturas de los que son considerados, o se consideran a sí mismos, "científicos" y objetivos conocedores de la realidad, capaces de orientarnos y a los que muchas veces hacemos caso, aunque sus posturas cambien de tanto en tanto como si nosotros fuéramos animalitos de laboratorio con los que se puede ensayar... y lo que ayer era verdadero, hoy es falso; lo que era bueno, hoy no lo es tanto (o es, para ellos, abiertamente malo) y lo que ayer era adecuado, según lo que la naturaleza de la persona humana, hoy ya no lo es porque, por lo visto, la naturaleza ya cambió...

La verdad es que lo que decide el corazón, que de ordinario sique a la cabeza, es lo que construye nuestros ambientes sociales y así las personas transformamos los ambientes físicos para nuestro bien o nuestra desgracia.

El mundo de la física y la química tiene sus leyes y no las vamos a cambiar, apenas podemos irlas conociendo poco a poco, y, si nosotros actuamos irresponsablemente desde nuestra ignorancia o prepotencia, pagaremos las consecuencias y no habrá remedio o éste será muy costoso.

Dios desea que no nos carguemos con dolores que no son justos por ser fruto de la injusticia e imprudencia. Ya tenemos suficiente con los que nos viene de nuestras múltiples limitaciones.

El Señor siempre está junto a nosotros para indicarnos el camino de la libertad, dignidad, salvación, pero es indispensable que le demos la importancia que tiene objetiva y realmente.

De no hacerlo quedamos abandonados a nuestra suerte y al capricho de los inmisericordes señores de este mundo, siervos del señor de las tinieblas, que dijo a Cristo que los reinos y riquezas de este mundo eran suyos y se los daba a quien él quería, si le adoraba.

Fiémonos de Jesús, maestro y fuente de vida, felicidad, alegría y paz.

María nos ayude a ser generosos al entregarnos a Él: todos se beneficiarán y nadie quedará perjudicado. Dios nos acompaña, dejémonos guiar con docilidad.

Unidos en oración con María, nuestro Auxilio:

P. José Mª Doménech SDB