viernes, 24 de diciembre de 2010

NATIVIDAD DEL SEÑOR (Misa de la noche)

NATIVIDAD DEL SEÑOR (Misa de la noche)

El Señor, en la sencilla pequeñez de un niño necesitado de todo, llega con la Salvación; solo pide ser recibido con dócil sinceridad

Is. 9, 1-6: "El pueblo que avanzaba entre tinieblas ha visto una gran luz... les has llenado de una alegría inmensa... «Un niño nos ha nacido, un hijo se nos ha dado... Consejero-prodigioso, Dios-héroe, Padre-por-siempre, Príncipe-de-la-paz.»"

Salmo 95: "¡Hoy nos ha nacido un Salvador, el Mesías, el Señor!"

Tt. 2, 11-14: "Se ha revelado el Amor de Dios que quiere salvar a todos los hombres y nos enseña... para que vivamos en este mundo una vida de sobriedad, justicia y piedad mientras esperamos... que se manifieste la gloria de Jesucristo... Él se entregó por nosotros..."

Lc. 2, 1-14: "«No tengan miedo. Les anuncio una noticia que traerá una gran alegría a todo el pueblo: Hoy, en la ciudad de David, les ha nacido un Salvador, que es el Mesías, el Señor...» «Gloria a Dios en las alturas y en la tierra paz a los hombres que ama el Señor.»"

En muchas circunstancias el Señor se ha dado y se da a conocer a lo largo de la historia para que reconozcamos su Voluntad de Amor, Grandeza y Vida de eterna felicidad.

A veces tenemos miedo, pero Él nos pide serena valentía: su plan es nuestra Salvación.

Si recibimos la Voluntad de Dios con corazón abierto, nuestras tinieblas, poco a poco, se aclararán. Dios no abandona jamás, pero es básico fiarse de Él, aunque convertirse cueste.

La fiesta de Navidad es la fiesta del cariño de Dios y de la confianza del hombre. Él se lo merece, pues ya nos lo dio todo. No estamos ante promesas todavía vacías, sin garantía, sino ante realidades concretas y eficientes; que, en nuestra historia, son una opción llena de Vida.

Dios se hace niño para que nuestro amor sea libre y sencillo. Nos pide que lo recibamos con la misma sincera sencillez. Si lo hacemos así, entraremos en el Reino de los Cielos, viviremos en su Paz, dejándonos animar por su Espíritu, y serán nuestras su Alegría y Paz.

Hoy nos ha nacido el Salvador y nos ofrece su Vida; Vida Nueva para nosotros: ¡de Dios!

¿Qué haremos con la oportunidad de Vida Nueva que nos ofrece? Él es nuestra Luz, nuestra Paz, nuestro Consejero, ¡el Mesías!, ¡el Señor! Se nos pide una respuesta. El ángel se lo planteó a los pastores al anunciarles el nacimiento del niño-Salvador. ¡Nos sorprende! ¡¿Cómo podría ser el Salvador un pobre bebe envuelto en pañales en una cueva para animales?!

Nos toca decidir. Los pastores escucharon, creyeron, fueron, vieron, compartieron y glorificaron a Dios. ¿Y nosotros? ¿Qué actitud vamos a asumir? No decidirnos sería declarar que es demasiado riesgo y que no vale la pena arriesgar tanto simplemente por un pobre niño.

El Niño de la Ciudad de David ¡hace nuevas todas las cosas!

Novedad sustancial: el Amor de Dios, eterna juventud, da Vida Nueva a todo: abre horizontes de Verdadera Justicia y Paz Interior, más allá de todos los tratados. Pide a todos asumir la vida con tal plenitud y libertad que sean capaces de entregarla por el bien de los que les rodean, aun cuando dar la vida traiga consigo, como de hecho sucede, esfuerzo y dolor.

La navidad, en la gran familia humana, hijos todos de Dios, es la fiesta del don del Amor en la alegría por la Paz y la Vida Nueva. A ella están llamados todos sin excepción, de cualquier sexo, tiempo, lugar, situación social o económica y realidad cultural o religiosa.

Jesús entrega su vida, sin restricciones, durante toda la historia y para el bien de todos

En cada Eucaristía y Reconciliación, en cada sacramento, Cristo es don de Vida Eterna.

La navidad es una fiesta que beneficia a toda la humanidad, aunque, sin duda, los cristianos tenemos la gran responsabilidad de manifestar la profundidad de su realidad y alcances.

La navidad nos pide aprender a vivir y ofrecer con más humildad la presencia de Dios en la historia. Él no quiere imponerse, pero tampoco se esconde ni desea quedar ignorado.

Conocerlo, valorarlo y amarlo es un derecho de toda persona. Por esto es un grave deber de todos los cristianos profundizar vitalmente estos misterios para saberlos presentar, desde el testimonio de la propia vida, personal y familiar, a los que nos rodean en todas partes.

María, Maestra de acogida sincera y compromiso responsablemente solidario, nos ayude a estar siempre disponibles al Señor para que todos puedan conocer la Salvación de Dios y, con nuestro testimonio de vida y su apoyo oportuno, la sepan recibir y vivir hoy y aquí.

Queridos/as amigos/as:

Dios les bendiga.

A pesar de que tengo una buena cantidad de correos sin contestar, creo que primero debo hacerles el servicio que algunos de Uds. me piden que no deje. Después iremos contestando los correos.

Ya llega la Navidad.

Nos estamo preparando con la Novena y todo el Adviento nos ha ayudado a ir abriendo el corazón al Señor que llega.

¡¡¡Que todos tengamos una fiesta llena de gozo; de este gozo que viene desde dentro, porque viene de Dios, que vive en lo más íntimo de nuestra intimidad, según concepto de San Agustín!!!

Dios entre nosotros nos ofrece lo mejor de Él: que lo sepamos recibir con la sencillez obediente de José, con la dócil y humilde disponibilidad de María y con el silencio oferente de Jesús: no dice nada, tal vez, sin duda llora y sonríe a los que le hacen mimos, como todos los niños, pero recibirle es recibir al mismo Dios, no seamos tontos, no dejemos pasar tan maravillosa oportunidad de acercarnos más a Dios. Pidémosles corazón de niños y responsabilidad decreyentes, como la de María y José.

Dios les bendiga con todo su cariño.

Les envío tres entregas actualizadas.

Unidos en oración con María, nuestro Auxilio:

P. José Mª Domènech SDB

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