CICLO C –
TIEMPO DE ADVIENTO – DOMINGO I
Dios nos invita a estar alerta a las indicaciones del Señor para no
quedar atrapados en los engaños y tener éxito definitivo en la vida personal y
social
Jr. 33, 14-16: "...en aquel tiempo, haré
brotar de David un germen justo, y él practicará la justicia y el derecho en el
país. En aquellos días estará a salvo Judá, y Jerusalén habitará segura. Y la
llamarán así: “El Señor es nuestra justicia”."
Salmo 244-5a.8-10.14: "A Ti, Señor, elevo mi alma".
1Tes. 3, 12-4, 2: "Que
el Señor les haga crecer cada vez más en el amor mutuo y hacia todos los demás,
semejante al que nosotros tenemos por Uds. Que Él fortalezca sus corazones en
la santidad y los haga irreprochables ante Dios... hagan mayores progresos
todavía...".
Lc. 21, 25-28.34-36: "Jesús
dijo a sus discípulos: ...Los hombres desfallecerán de miedo ante la
perspectiva de lo que le sobrevendrá al mundo, porque los astros se conmoverán.
Entonces se verá al Hijo del hombre venir... lleno de poder y de gloria...
tengan ánimo y levanten la cabeza, porque está por llegarles la liberación.
Tengan cuidado de no dejarse aturdir por los excesos... para que ese día no
caiga de improviso sobre Uds., como una trampa, porque sobrevendrá a todos los
hombres en toda la tierra. Estén prevenidos y oren incesantemente, para quedar
a salvo de todo lo que ha de ocurrir. Así podrán comparecer seguros ante el
Hijo del hombre".
Adviento: tiempo que prepara
la celebración de la llegada del Señor. Para
nosotros, ¿Él es el importante? o, más bien, ¿lo son más, en realidad, las cosas y símbolos con los decimos celebrar
la Navidad?
Comenzamos este
año litúrgico con una clara invitación a
vivir siempre alerta, basados la oración y una conducta digna de los
discípulos de Jesús, en la que somos invitados a progresar constantemente.
Si vivimos así, estaremos a salvo de toda desgracia, sobre
todo de la desgracia de quedar atrapados
en las angustias de nuestro mundo y en su gran desconcierto ante la incesante,
insaciable y parece que infructífera búsqueda de felicidad y de paz, que
siempre aparecen como huidizas, frágiles y poco fiables.
Dios nos invita a prepararnos a la llegada del Salvador. Pero no la primera, sino la
constante y definitiva. La salvación
ya se hizo historia, nos toca a nosotros concretar hoy
nuestra real aceptación.
¿Cuál es el
centro de nuestra vida: la propuesta del Señor o nuestras costumbres o
comodidades? No es una pregunta menor, ni es retórica, pues de ello depende el futuro real de nuestra
vida profunda.
La sociedad tiene muchas carencias ¿cuál es nuestra viva y concreta respuesta
a ellas?
La justicia, don del cielo, viene con el Salvador, pero no se puede
imponer, debe ser vivida en persona
700 años antes
de Cristo, Isaías, y 100 años después, Jeremías, hablan con ilusión y entusiasmo
del germen de justicia que brotará del árbol
de la dinastía de David, secado por la injusticia y el culto falso de sus dirigentes. Al final, llegará la
salvación y la Justicia de Dios superará la maldad y para siempre.
Dios es soberano: su propuesta de Vida y Justicia es definitiva y para todos. Ahora nos toca decidir.
Desarrollemos nuestro deseo de vivir atentos a los dones de Dios para
hacerlos crecer sin cesar
Pablo nos invita a ser cada día más eficientes en nuestra
conversión para que ésta beneficie
a todos.
Claro que antes deberíamos preguntarnos si sentimos necesidad de la conversión,
porque, si no es así, la invitación
del Apóstol queda en nada, pues creemos que, así como estamos, ¡ya estamos
bien! Así lo sienten también los que
mantienen sometida nuestra sociedad en la corrupción con todas sus injusticias.
Pidamos al Señor nos dé su Luz y Fuerza para
convertirnos en todo lo que Él nos pide cambiar.
Estemos atentos, no nos aturdamos por los excesos, sino construyamos en
el don de la libertad y el Amor
El lenguaje de Lucas desea hacernos notar que toda la sociedad vive en angustia constante ante
la corrupción e injusticia imperante en casi
todos los ámbitos decisivos de la vida personal y social.
El Señor llega con su Libertad, pero ésta no se impone; debe ser aceptada y aprendida para dar a nuestro mundo sus frutos de vida, paz, diálogo, respeto, unidad y progreso personal y
social.
Pero no todos reciben al Señor de la Vida y de la Libertad.
Los justos será puestos a dura prueba;
por eso se nos pide confianza: tengan ánimo, levanten
la cabeza, dejen atrás el pasado y láncense a lo nuevo que les trae el Salvador
que llega, Él hace realidad todo lo que podría verse como una utopía de justicia.
Abrámonos a
Cristo Jesús, que ninguna
preocupación nos desvíe de lo único vital: el Señor que llega.
Pidamos a María abrir
nuestro ser al Señor que llega con su amor y dejar
que llene nuestra vida de Él.
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