CICLO B – TIEMPO ORDINARIO – DOMINGO V (P. José Mª Doménech SDB)
En un mundo de dolor, somos, por vocación bautismal, anunciadores del hombre-Jesús
que salva a toda persona que se le abra y confíe
Jb. 7, 1-4.6-7: "Job habló diciendo: «¿No
es una servidumbre los días del hombre en la tierra?... Como un esclavo que
suspira por la sombra... me han tocado en herencia meses vacíos, me han sido
asignadas noches de dolor... Recuerda que mi vida es un soplo y que mis ojos no
verán más la felicidad".
Salmo: 146: "Alaben al Señor que
sana a los que están afligidos"
1Cor. 9, 16-19.22-23: "Si
les anuncio el Evangelio, no lo hago para gloriarme: al contrario, es para mí
una necesidad imperiosa. ¡Ay de mí si no evangelizara!... se me ha confiado una
misión… Predicar el Evangelio... siendo libre, me hice esclavo de todos para ganar
el mayor número posible... Me hice todo para todos, para ganar por lo menos a
algunos, a cualquier precio... por amor a la Buena Noticia..."
Mc. 1, 29-39: "Jesús
fue, con Juan y Santiago, a casa de Simón y Andrés. La suegra de Simón estaba
en cama con fiebre y... Él se acercó... y la curó. Ella... se puso a servirlos.
Al atardecer... la ciudad entera se reunió delante de la puerta. Jesús sanó a muchos...
y expulsó muchos demonios; pero no los dejaba hablar... Por la mañana... Jesús
se levantó... y... estuvo orando... cuando lo encontraron, le dijeron: «Todos
te andan buscando» Él respondió: «Vayamos a otra parte... porque para eso he
salido» Y fue por toda Galilea predicando... y expulsando demonios".
El ‘espíritu inmundo’ –del mal– nos ‘cierra’ en la iglesia y, en el hogar, nos ‘enferma’.
Jesús es liberador
del mal y del espíritu que nos impida abrirnos
al Señor y a los hermanos.
No hay peor
enfermedad es cerrarnos en nosotros mismos y no servir ni
a Dios ni a los hombres. Jesús es la mano liberadora para llevarnos
a ser más fuertes que toda enfermedad. Es signo de eso abrirnos a los dones de Vida Nueva,
gozo, libertad e intimidad
con Dios y servir.
Quien acepta
y vive la Gracia de los dones de Dios, los
ofrece a los hermanos: evangeliza.
No hay nada peor para la salud humana que el vacío de sentido, pues eso es
existencial. Ninguna enfermedad
se resiste a la Misericordia providente de Dios; sólo la persona atrapada en su
egoísmo, arriesga lo que el Señor le
ofrece a través del ministerio de la
Comunidad.
El dolor, experiencia inevitable, nos lleva a palpar lo que somos: seres
tan limitados y frágiles
¡Cuánto nos cuesta hoy asumir con dignidad la realidad
del dolor! Casi siempre intentamos
evitarlo, huir de él y, de ese modo, lo hacemos más poderoso en su
capacidad destructiva.
De la vivencia
de Job, mucho es actual, es experiencia concreta hoy. Pero nos falta lo esencial de
ella: su constante diálogo con Dios. Siente el peso mortal
del dolor, pero no se deja vencer por él. Su confiada
apertura al Dios de Misericordia, genera la superación de su depresión.
Si cualquier
dolor se asume
viviendo en el Amor de Dios, no nos perjudica, nos fortalece.
La experiencia personal de la salvación de Dios nos lleva a vivir la
necesidad de Evangelizar
Pablo no puede callar la salvación que vive cada día,
pues le
llena de plenitud de vida y entiende que ésta está destinada a todos.
¡No puede callar! DEBE OFRECÉRSELA A TODOS.
La base
para ser evangelizador está en vivir
íntimamente el diálogo personal con el Dios que nos salva y nos renueva
cada día en la experiencia de ser
enriquecidos por su Amor.
Vivir, por la
meditación, esta realidad tan concreta e histórica, nos llevará a no eludir los esfuerzos necesarios para llevar a otros a llenarse de tan liberadora y enaltecedora experiencia.
La salud integral, la que nos impulsa a servir en el Señor y como Él, es
un don diario de Jesús
Jesús da vida
y energía nueva para ser, como Él, dignos servidores de la comunidad.
Ésta pide por sus enfermos; si
ellos dejan actuar a Jesús, encuentran sanación. Lo que da fortaleza y sentido profundo al actuar
de Jesús, y de la Comunidad –y de sus
apóstoles– es la intimidad con el Padre que los
envía: la oración personal, y
comunitaria, para vivir disponibles a todo.
Pidamos a María vencer
todo mal para ofrecer el Evangelio de la vida siempre
y a
todos.
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